Epílogo

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El profesor terminó su lectura y arrojó el escrito al bote de basura, tomó unos cerillos y luego de encenderlos acompañaron a la carta de la joven que fue consumida por las llamas en unos pocos minutos.

- Pobre joven. - susurró el profesor. - Se suicidó pensando que así pararía al virus pero solo aceleró el proceso.

Una sonrisa se dibujó en el rostro del anciano. Su mirada había abandonado la imagen del fuego y las cenizas de la carta y ahora se posaban sobre el monitor de su computadora. Se acercó a ella y la encendió, una vez logró ingresar a una carpeta protegida con contraseña vió con orgullo algunos de sus archivos. Uno de ellos tenía como título "El verdadero elixir de la vida eterna".

El anciano se estremeció al escuchar que llamaban a la puerta, miró el reloj de pared que adornaba las sencillas paredes de su habitación Eran cerca de las ocho de la mañana, había permanecido toda la noche leyendo la carta de Pamela pero no solo una vez. Cerró las carpetas y apagó el computador rápidamente y salió a ver quien tocaba.

- Profesor Rosenstock, soy el coronel Stuart Green. Dijo que tenía una noticia sobre una investigación en la que estaba trabajando desde hace mucho. Disculpe si es muy temprano pero mi agenda es un poco apretada.

- No se preocupe coronel, podemos discutirlo en la cafetería y así me acompaña a desayunar si no le molesta. - Respondió el profesor con una sonrisa y mirándolo fijamente mostrando unos ojos de color verde brillante.

La Carta de Pamela [Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora