Capítulo 1: Ingreso

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El sol había salido hacía minutos, el viento soplaba ligeramente, elevando las cabelleras de algunos cadetes en la entrada del gran establecimiento en donde los aspirantes a cadetes esperaban a que un superior llegara para darles el examen de ingreso. Conversando entre sí, conociéndose mejor mataban el tiempo y las ansias de no saber si se volverían a ver en ese lugar o uno similar.

El examen de ingreso contaba con un entrenamiento físico, mental y psicológico. Cada uno tan difícil como era de esperarse. Pero había quienes se habían preparado realmente bien, quienes iban por todo.

Incluso si pasaban sabían que el entrenamiento iba a ser difícil, incluso el entrenamiento general para los soldados era muy exigente. Por eso, para matar las ansias de estar por dar el examen de admisión trataban de tranquilizarse lo más que podían.

Algunos admitían que estaban nerviosos por eso, otros solo se hacían los fuertes para no quedar cómo "débiles" incluso ante sus propios ojos. El orgullo de algunos podía ser realmente problemático, pero había quienes sabían sobrellevarlo o, al menos, lo intentaban.

La sala, amplia e iluminada, era una belleza comparada con el lugar en el que algunos habían tenido que vivir. Tenía un escritorio individual al centro y al frente, el lugar del profesor. Los demás asientos eran todos juntos uno al lado del otro y unidos. Las ventanas eran grandes y estaban decoradas con cortinas azul marino. Dentro de unos minutos el sol entraría por ese lugar.

Todos querían entrar, aunque, desafortunadamente, solo entraban los mejores. Por esta razón, casi todos estaban completamente nerviosos. Casi todos, ya que personas como Hylan Latom no estaban de esa manera o por lo menos no al nivel de los demás. Él era un chico con mucha confianza en sí mismo y no necesitaba del resto para saberlo, pero siempre se aprecian los cumplidos. Al parecer esto atraía demasiado la atención de las mujeres...y tal vez algún que otro hombre. Estaba casi completamente seguro de que iba a entrar. Según él no había manera en la que alguien sea más digno de ese lugar que él.

A Hylan le gustaban los retos, es por eso que iba a entrar al Escuadrón de Litio, el lugar más difícil al que podría dirigirse. Perfecto para gente como él, muy competitiva.

Lures ingresó en la habitación junto con Aria y Jade. Este último estaba observando todo a su alrededor. Era todo tan fascinante. Solo estaba en otro reino, pero se sentía como si estuviese en otro planeta. Ahí todo era muy diferente a su reino, o mejor dicho, su palacio. Nunca había salido de este como para decir que era muy diferente, pero ciertamente su perspectiva de ahora era muy diferente.

Después de su encuentro con Aria, esta lo invitó a quedarse en su casa para dormir. Igualmente al día siguiente iban a inscribirse.

Por un momento pensó que no era muy prudente invitar a alguien que acababa de conocer a su casa, pero después de ver lo inofensivo que era, supuso que no le iba a ser un problema. Eso le aclaró las cosas. Aún seguía encontrando diferencias muy notorias entre los dos reinos.

Era raro que nadie se refiera a él con el prefijo "príncipe" antes de pronunciar su nombre, siempre lo hacían...sin falta. El único que no lo llamaba así era Imprion. Solo le gustaba ser informal con él, no con el resto del mundo.

Jade no era lo suficientemente prudente como para darse cuenta que era muy peligroso para él andar por ahí como si nada. Por más que no sea el lugar más peligroso del mundo, él era el hombre más débil o inexperto del mundo. De lo único que se podía decir que sabía era de biología, tecnología y literatura. Tal vez un poco de matemática y pintura, pero nada más.

Como nunca se fue de su castillo tenía muchas cosas que hacer dentro. Siempre que podía leía, su padre le contrataba matemáticos, filósofos y científicos para que le enseñasen lo que sabían con el punto de que él se quede quieto, no moleste y no pregunte. Por supuesto que Jade, por más que no tenía una buena relación con su padre, no desconfiaba de él. Más por lo que le decía su madre de cómo era su padre con respecto a él.

OsadíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora