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Breathe (Suicidio)

Por Andrés Rojas

 @ andifancy

No estará mucho tiempo allí, expectante. En efecto, el brillo de mis ojos se va opacando. Los apetitos humanos arrasan sin contemplación los estorbos que les impiden lograr sus cometidos.

Nada me sorprende. He visto hipocresía al por mayor, abandono indiscriminado cuando los intereses ya no convencen a los impostores. 

La noche es una losa cada vez más pesada y densa. El día se borró de mi memoria por culpa de esta existencia tan guarra. He muerto desde hace ya algunos ayeres. Del manicomio a la calle no hay diferencia. ¿Hacía donde corres? No hay forma de esconderte.

Séneca, Sócrates, Seymour, Hoffman, Cobain, Hemingway. Todos ellos famosos por alguna gracia, se devastaron sin esperar a que los huesos decayeran. Los "otros", los desconocidos, la carne de cañón, de los cabrones potentados sirven para la estadística, nada más.  

Tal vez, morir de aburrimiento sería una forma más digna de desaparecer sin provocar daños o molestias a algunos curiosos, amistades o allegados que tienen que soportar el espectáculo por culpa de llevar la misma sangre o haber compartido alguna banalidad con la víctima en el camino. Sin tanto escándalo, lo deseable sería arrojarnos a un agujero, apilarnos en torno a nuestras desgracias y acabar con nuestros pensamientos de una buena vez, a la par que escupimos sangre y mierda, huesos y podredumbre  mezclada con tierra, para por fin desaparecer sin dejar rastro. 

La mentira más grande es la verdad oculta. Todos tienen recelo al morir. No se dan cuenta que ya lo están desde que se acostumbraron a esta farsa, esta puta que no deja de pedir lo suyo sin importar el modo, la forma y el contexto. Expirar sin un sentido es un crimen que merece castigo, cuanto antes mejor.

Si tu ciclo es absurdo, deja de jalar aire. Arrójate al olvido y piérdete en la nada. Para siempre. 

No habrá retorno, entre más pronto mejor.

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