No puedo dormir, sigo pensando en ella, nos fuimos ignorando hasta que nos convertimos en dos desconocidas con recuerdos en común. Debí cogerle el teléfono, debí responder a una de esas estúpidas diecisiete llamadas.
Antes de que todo esto pasara mi padre decidió separarse de la doctora Ana, mi madre, para así más tarde poder casarse con Jennifer. Dejó a muchos amigos atrás y aceptó sin duda alguna a Emma, mi hermanastra, la pequeña de la casa. Emma solo estudia en tercero de la ESO, pero cuando mi padre y yo decidimos unirnos a esta familia, la pequeña solo tenía 9 años. No me costó mucho integrarme ya que la relación con mi madre siempre a sido muy difícil de llevar.
Escucho la voz de Emma al final del pasillo y noto como esa voz se va acercando cada vez más. Intento hacerme la dormida pero siento que no va a funcionar, no tengo posibilidad de huir de aquí sin que alguien de esta familia me pare y me pregunte como estoy o si tengo pensado comer algo.
Emma abre la puerta y se acerca lentamente al filo de mi cama, retirando el pelo de la cara y descubriendo mis ojos entreabiertos y cubierto de lágrimas.
-Tienes que salir de aquí y no pensar más en aquello.- Dice la pequeña con preocupación.
No me salen las palabras por mucho que lo intento, así que decido mirarla mientras me seco las lágrimas y me acomodo sentándome en la cama.
-Te lo digo muy enserio, tienes la cara pálida y los ojos rojos. Llevas aquí toda la semana, sin comer, sin hablar, sin nada. Esto es peor que si salieras y afrontaras la vida de una puta vez, joder. ¿No entiendes que estamos preocupados por ti? Nos duele mucho verte así. Vas a caer enferma como sigas comportándote de este modo.
-Todo fue culpa mía.-Escupo las palabras con muchísimo esfuerzo, como si me costara respirar.
Rompo a llorar.
-No, no fue culpa tuya. Fue su decisión y si el destino lo quería, ni tu ni nadie lo hubiera parado.
Estoy harta de recordar lo que pasó una y otra vez, harta de saber que sí, que fue culpa mía, aunque los demás digan lo contrario. Estoy harta de que en esta familia, hoy en día, solo se hable de la muerte de Laura. Necesito desaparecer y eso me hace decirle unas palabras a Emma que quizás más tarde me arrepienta de haberlas dicho.
-Te llevaré en coche al instituto. Me visto y bajo, ahora ve a desayunar.
-¿Lo dices enserio?-Sonríe.
Asiento y veo como sale de la habitación dispuesta a contarle mi decisión a Jennifer. No sé ni como me he comprometido a eso cuando ni siquiera soy capaz de ponerme en pie.
Me visto después de darle vueltas a mi cabeza y después de varias semanas decido bajar.
Veo como Jennifer intenta acercarme un tazón de leche con cereales. La boca se hace aguas pero no puedo, se que no puedo en este momento.
-Te lo agradezco pero no me apetece.-Miento.
-Pero...
Me giro dándole la espalda y dando por terminada aquella conversación. Abro la puerta que hay justo al final del pasillo. Al principio las fuerzas me fallan, quizás por falta de vitaminas, pero no me doy por vencida y lo consigo al fin.
-No sabes lo que me alegro de que por fin te hallas levantado de la cama.- Me dice Emma caminando muy contenta hacia el coche
Le sonrío.
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Diecisietes llamadas sin respuesta
Mystery / ThrillerAntes de morir sola en ese estúpido hotel, Laura la llamó diecisiete veces, y Marta no contesto a ninguna de ellas. Diecisietes gritos de auxilio que no se dignó a responder. Eso es algo que jamás en la vida se podrá perdonar.