El fusilamiento de un beso en la oscuridad de una sombra, dos cuerpos dispuestos a una cercanía minutaría. Un amante y un desconocido. Un trato formado por deseo y roto por amor. Lagunas de fluidos que se incrustan por la piel que poseen; sueños navegando en la laguna, flotando por su supervivencia. Telas que se dejan caer por las aguas y se muestran dóciles a pescar esperanzas. Un pescador que en el muelle observa la muerte de tan efímero instante, colores navegantes en el horizonte. Una espiral cambiante que se desvanece, y con delicadeza y humos se reconstruye para formar una mano extendida. Un señalamiento del destino, un seguimiento al fortuito momento de amores pasados. Ósculos muertos, disecados en la eternidad del recuerdo. Una sonrisa brillante, color turquesa, que con manchas estrelladas iluminan el rostro. Ojos sinceros que esperan aprobación y demuestran independencia, viajes joviales de un instante de un suspiro pectoral y un movimiento leve de concentración. Celos infundados que gritan en el cuerpo y desean su triste fin , que anhelan su querido día final y eufórico. Repeticiones, abstracciones y dudas que en cuerpo de envase dejan secas lagunas. Miedos infernales, sentimientos encontrados y simplemente lagrimas derramadas. Felicidad nula, felicidad creciente, encuentros, imaginación; imposibles. Palabras yuxtapuestas y alejadas de su predicado, pecadoras de amantes áridos que en llanto desaparecen sentido alguno y en melancolía suspiran pronombres y nombres propios.