Capítulo 1. Centro comercial

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El centro comercial no era la mejor opción para pasar un viernes por la tarde y mucho menos cuando de buscar un vestido con urgencia se trataba. Personas iban y venían con bolsas en las manos, niños corriendo de un lado a otro, vendedores al acecho de clientes con tal de conseguir una comisión.

Alyssa comenzaba a sentirse irritada con el excesivo ruido de la música de las tiendas. Llevaba más de dos horas y media recorriendo la gran plaza comercial y no lograba encontrar algo que realmente la convenciera.

Había estado muy ocupada estudiando para sus exámenes bimestrales que, olvidó por completo que no había comprado un vestido para la fiesta de cumpleaños de su padre. Sabía que no era el evento del año pero por primera vez en todo lo que recordaba de existencia, su papá celebraría un año más de vida como se debía.

Con lo poco que se había involucrado en la organización de la fiesta, se había enterado que asistirían muchos abogados de la ciudad, ya que su padre también era uno de ellos. Además, pondría un rostro a todos los familiares lejanos de los que solamente había escuchado hablar, entre ellos, los de Ina, su madrastra.

Pesadamente, salió de otra tienda con las manos vacías. La cabeza ya había comenzado a dolerle y no tardaba en explotar debido a su frustración. Se dirigió a una banca vacía y se sentó en ella para descansar un poco sus piernas que, también, ya no aguantaba.

—Según tú, buscabas algo sencillo y sin mucha ciencia que encontrarías en menos de 20 minutos.

Alyssa llevó su mirada a la chica que tomaba asiento a su lado. —No estás ayudando al decirme eso, Giselle.

Giselle era diferente a Alyssa. Estaban en la misma universidad y ambas estudiaban pedagogía. Sin embargo, Giselle solía ser más desinhibida y actuaba de acuerdo a sus impulsos, mientras que Alyssa premeditaba toda situación frente a ella y la descartaba si esta podía traer una consecuencia irreversible. Y a pesar de tener distintas personalidades, habían empatado tan bien que, ya no podían estar la una sin la otra.

—Vamos, Aly —Giselle trató de animarla un poco—. Estoy segura que si tomamos una malteada y platicamos un poco, te relajarás —sugirió—. Y así podrás seguir buscando un vestido. Vas a ver que lo vamos a encontrar.

—A veces odio tu positivismo —afirmó—. Pero solamente porque tengo sed, acepto tu propuesta.

Giselle rio. Ya conocía cómo era Alyssa. Tendía a sentirse frustrada cuando sus planes no salían como ella deseaba y era por eso que necesitaba relajarse para continuar con lo que hacía.

Ambas se pusieron de pie y caminaron a una cafetería que acababan de abrir en el centro comercial. Ordenaron un par de malteadas de chocolate y después fueron a tomar asiento para esperar a que las llamaran y recogerlas.

Alyssa tomó su teléfono para revisar sus redes sociales. Un poco de ociosidad dentro de su desesperación no estaba demás, al fin y al cabo no se iría de ahí sin conseguir la prenda ideal.

—Y... ¿Los prefieres cortos o largos? —la voz de Giselle distrajo a Alyssa de lo que estaba haciendo.

Entrecerró los ojos. —¿Cortos o largos? —Alyssa repitió.

—Los vestidos —dijo Giselle con una sonrisa burlona en su rostro—. ¿Qué pensaste?

—Conociéndote, lo peor —se encogió de hombros.

Uno de los empleados de la cafetería cortó su conversación al mencionar el nombre de ambas en el mostrador. Giselle se paró por ambas malteadas y regresó a la mesa. Le entregó la suya a Alyssa y continuaron hablando.

Déjate llevar (Leon Goretzka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora