Haremos lo correcto juntos.

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Al día siguiente volví igual de deprimido como los otros días, simplemente son rutinas que matan.

-Muchachos, tengo que calificar unos proyectos, por favor no hagan mucho ruido -Dijo el señor wilmar.

Todos se agruparon a hablar, me senté al lado de la ventana a ver como cada gota de la delicada lluvia tocaba el suelo.

-Dani, ¿Como estas? -Sentandosé a mi lado.

-Bien, o eso creo.

-Déjame ver - subiéndome las mangas.

-No hay nada que ver, ¿Porque no sigues con tus amigos?

-Ahora tu lo eres, y no debes de dudarlo -Con firmeza.

Nicolas empezó a revisar cada cortada, pequeñas descargas recorrían mi brazo cada vez que el examinaba una.

-¿Porque lo haces? Eres más que eso.

-Es absurdo que me digas eso, si no las hubieras visto seguiría siendo el mismo depresivo que ves alejado de todos.

-Pero el destino quizo que no fuera así, tengo que ayudarte, y es una promesa.

-Lo que necesitas es confiar mas en ti, estas dudando -Limpiando la cara de Nicolas.

Nicolas se tornó alejado, miraba mucho la ventana, yo solo calle y quede mirándome los brazos.

-No importa que crea o no, yo quiero que estés bien.

Me resigne a contradecirlo, solo le sonreí.

-Tengo frío -En voz baja "con el fin de salir de la tensión de la conversación"

-Sé que te gusta el café, te invitaré uno, pero debes de sonreír -Tomándome de la mano.

-Gracias -Con voz muy débil "sonrojado".

Nos dirigimos a la vieja cafetería, donde Nicolás me sentó en una silla cerca de la lluvia.

-No te vayas a ir, por favor -Brindando una pequeña cara triste.

Estaba demasiado nervioso que lo único que pude hacer fue asentir.

*

Solo me preguntaba ¿Porque me ayuda? ¿Y qué tal si se cansa de mi? ¿No soy lo suficiente para alguien como el? ¿Se volvería diferente por mi?

-Dani, te traje un café,¡pero! ¿¡Qué pasó!? ¿¡Porque lloras!?

¿Estaba llorando? No pude controlar el sumo dolor que esas preguntas le hacían a mi cabeza.

-Perdóname, no estoy cumpliendo lo que te prometí.

Agarre el café de sus manos -No estas fallando, estoy bien -levantando lentamente su mentón.

Me abrazó, dejando regar su café, sentí como el frío abandono mi cuerpo, sus brazos cubrieron mi cuello, pero, esta vez yo le respondí el abrazo tocando su fuerte espalda.

-Regaste tu café -Con débil voz.

-Creo que tendrás que darme del tuyo -Sonriéndome.

Tenue resplandorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora