Romeo, yo no soy tu Julieta » Larry

Pequeño pedazo de cielo.

En algún hospital de Londres.

Harry sintió una terrible pesadez en sus ojos, sus manos y piernas no les respondían; junto a el yacía un vaso de agua con una pastilla color azul claro, amaba ese color. Sus músculos no parecían responderle aún intentando hacer unos bruscos movimientos con sus manos, se preocupó demasiado al notar en que en su cabeza una venda le rodeaba. Quiso recordar juro que lo quería recordar pero sólo tenía vagas imágenes, su cuerpo comenzó a moverse como si de estar muerto hubiese pasado a vivir de nuevo y por cierto se sintió un poco más aliviado como ir al baño.

Harry Styles era joven peculiar, realmente tenía más cosas espectaculares que las que demostraba, su sonrisa con óyuelos y aquellos ojos verdes le caracterizaban de una manera tan sutil y tierna ante los que gustan de el, decían que era apetitoso y tenía el olor más fascinante del mundo; ciertamente Harry era la perfección echa realidad y claro, el no lo sabía -o más bien- no le importaba si decían que el era un ángel, el sólo caminaba cada tarde a solas enamorándose cada día más de si mismo y es que era bastante delirante para Harry el simple echo de que alguien diferente a el se fijara en lo que el era

«¿y qué era Harry?»"

Harry era un poema entero de amor y desesperación, era la naturaleza en sus ojos y la suavidad en su piel; cuando sus labios se despegaban para hablar tenía un maravilloso gesto que sólo el poseía pero Harry jamás ha notado cuán hermoso es; como una débil pero hermosa princesa que parecía ser cada que se le miraba, inspiraba al deseo y la lujuria de tenerle bajo las sábanas ligeramente sonrojado

Totalmente exquisito.

El damiselo -si así se le puede llamar a tal- Harry Cox era sublime, con un carácter pasiente y de gran amabilidad lograba ganarse el corazón hasta de los perros, no lo pretendía pero al final del día siempre hacia algo bueno por alguien

Pero nadie hacia nada por el...