Capitulo I

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Me levanté y miré el reloj que estaba en la mesita de noche. Al verlo, pude darme cuenta de que eran las seis de la mañana ¡Uff, era demasiado temprano! Recordé que mañana sería mi cumpleaños número dieciocho y en ese preciso momento se me vinieron a la cabeza mil y un pensamientos, sobre todo el hecho de que estaba sola sin amigos ni familiares.
Solo tenía a mi nana, que me ha cuidado desde que tengo memoria y ha estado siempre a mi lado, ya que mis padres se la pasaban viajando por el mundo y por ello nunca pudieron cuidar de mí. Únicamente tenía noticias de mis progenitores a través de sus transferencias bancarias, cuando los llamaba porque necesitaba más dinero o cuando venían a visitarme aunque solo lo hacían por un día.
Mis únicos amigos, por llamarlos de alguna manera, eran unos vecinos quienes resultaban ser hermanos gemelos: Armin y Alexy, que los conocí de casualidad un día que estaba limpiando el jardín. Mi otra vecina, que también podría decirse que es mi amiga, se llama Dulce. Pese a llevarme bien con ella, les tengo más confianza y cariño a los hermanos.
Por mi parte, nunca fui a ningún instituto y solo recibía clases en mi casa -los días lunes y miércoles durante todo el día- ya que mis padres no podían estar presentes en los asuntos escolares.
Me encontraba hundida en mis pensamientos y recuerdos, cuando de repente mi nana entró en el cuarto.
-¡Mi niña, mañana cumplirás la mayoría de edad! ¡Qué emoción! -exclamó con alegría, al punto tal que parecía ella quien cumpliría los años.
-¡Yupi que emoción! -dije en tono de burla. Mi nana estaba acostumbrada a ese tipo de contestaciones de mi parte.
-¡Ay mi niña! Sé que a ti no te gusta festejar tus cumpleaños porque piensas que estás sola, pero me tienes a mí, a los gemelos y a Dulce. Verás cómo mañana será diferente -"Sí claro, será diferente" pensé y comencé a reír.
Así ha pasado mi día, acostada, mirando televisión o escuchando música. Al día siguiente, me había levantado un poco tarde, fui a bañarme y luego me dirigí a tomar mi desayuno.
-¿Qué vas a hacer hoy? -preguntó mi nana mientras me servía la comida.
-Nada ¿Qué tiene de especial el día de hoy? -repregunté.
-Tú no cambias ¿No? Pero hoy te alistarás y saldrás, así que ve y arréglate.
Estaba realmente cansada de escucharla así que me levanté, fui a alistarme y salí de la casa. Como no tenía donde ir caminé hacia el parque y al llegar decidí sentarme en una banca. Cuando estaba a punto de hacerlo escuché a alguien gritar.
-¡Cuidado!
Me volteé para ver que ocurría, pero antes de que pueda darme vuelta algo me hizo caer ¿Qué había sido eso? Era un perro enorme y detrás de él se acercaba un muchacho de pelo rojo. "Qué color tan característico" pensé.
-¡Sí que eres tonta! ¿No pudiste hacerte a un lado? ¡Eres muy lenta y no has podido atraparlo! -escuché al joven de cabellos pelirrojos mientras intentaba levantarme.
-¡El tonto y lento eres tú! Ni siquiera pude verlo ya que me encontraba de espaldas. Además me gritaste cuando el perro ya me había tumbado -respondí.
Miré mis rodillas y me di cuenta que con la caída me las había raspado así que procedí a sacudírmelas. En aquel momento, me di cuenta que había otro joven con el odioso pelirrojo. Vestía de una forma diferente, parecía uno de esos príncipes que aparecían en los cuentos como los que me leía mi nana para que me durmiera cuando era una niña. Aquel "príncipe" por fin habló y logró quitarme de mis pensamientos.
-Lo siento señorita, no era nuestra intención lastimarla. Mi amigo y yo le pedimos disculpas -sostuvo.
-¡No pongas palabras en mi boca que jamás he dicho! -exclamó el pelirrojo.
Por mi parte, seguía en tumbada en el suelo mientras miraba embobada al príncipe de ropas extrañas, cabellos blancos y ojos bicolor.
-Que descortés he sido con usted al no ayudarle a levantarse señorita -me tendió su mano y acepté su ayuda.
Cuando logré levantarme, él volvió a disculparse por lo que pasó.
-No le des importancia, solo fue un accidente -respondí.
-Bueno, ya fue suficiente. Vámonos Lysandro -pronunció su amigo.
Así, sin más, se marcharon pero no sin antes de que Lysandro se despidiera de mí. Una vez que se retiraron del lugar, pensé: "Lysandro. El nombre de mi príncipe azul; del caballero de pelo blanco y ojos bicolor". Me senté -por fin- en el banco y miré hacia el cielo mientras soñaba despierta con aquel joven que había conocido hacía apenas unos instantes.
Me había pasado toda la tarde en el parque y decidí volver a casa. Cuando llegué, mi nana me estaba esperando junto con los gemelos. Al abrir la puerta gritaron: "¡Feliz cumpleaños Day!". Mi verdadero nombre era Dayanara, pero ellos simplemente no sabían cómo pronunciarlo. Siempre se equivocaban y me decían "Dayanira", "Dayana" o "Dayanarara", por lo que al final decidieron llamarme "Day".
Luego de la inesperada sorpresa, me di cuenta que había una torta -que poseía varias velitas sobre ella- encima de la mesa. No me alegró mucho el hecho de estar festejando mi cumpleaños pero estaba feliz por lo que me había pasado en el parque. Decidí no decir nada y pasé el día con los gemelos hasta que al final se fueron.
-¿Qué te pasó mi niña? Tienes las rodillas raspadas -preguntó mi nana mientras me miraba.
-Nada nana, solo que ha sido el mejor día de mi vida -respondí en un suspiro. Ella se me quedó mirando gracias a mis declaraciones. -¡Nana he conocido a mi príncipe azul! -suspiré y me retiré a mi habitación.
Al llegar, me recosté pero me era imposible conciliar el sueño ya que no podía dejar de pensar en aquel chico albino que había conocido en el parque. Repentinamente un poema se me vino a la mente:
"Cuando te vi por primera vez mi corazón se quiso salir. En ese momento quise darte el sol, la luna y las estrellas pero no podía; solo tengo un corazón, mi corazón te pertenece sin conocerte ¡Oh Lysandro, Lysandro! ¿Cuándo te volveré a ver?"
-¿Será que la vida quiere darme un regalo y con eso cambiar el rumbo de mi existencia?
Suspiré y logré quedarme dormida.

[Lysandro] Mi vida cambio al conocerlo (CDM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora