La verdad

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Juntos durmieron esa noche, abrazados en la oscuridad, Atherion era tierno con Luna, pero ella no sabía si en realidad el, la quería como ella lo quería a él, pero no era tiempo de pensar en ese asunto, tenía pendiente a su madre y toda la historia que se hallaba detrás de esta, necesitaba explicaciones.

Después de que atherion se fue en la mañana dándole un cándido beso antes de salir por donde había entrado ayer en la tarde, por la ventana, se dispuso a agarrar un baño y mentalizarse psicológica mente y físicamente, reuniendo valor para encarar a su madre, antes de que el límite de tiempo terminara, puso Arctic monkeys mientras se bañaba para relajarse.

Se vistió con unos pantalones de algodón y un top que dejaba ver un poco la piel de su estómago, bajando las escaleras encontró a su madre tomando una taza de té y leyendo el periódico en la isla de la cocina.

-Buenas días cariño, hice unos waffles por si deseas desayuna y un poco de café o té si deseas- Su madre era hermosa, de esa hermosura frescas, nunca encontraba parecidos de ella en su persona, ese pensamiento le dio una punzada.

Luna le dio vuelta ala isla sentándose en la silla frente a su madre- Gracias, ma - se mordió una uña con nerviosismo,- Mama necesito saber algo- esta aun no despegaba la mirada de la sección de entretenimiento.

-Claro preciosa, cualquier cosa por mi princesa- "Lo sabes" pensó Luna. "Miénteme" decía el otro lado de su conciencia.

-Soy tu hija de sangre?-mierda todo al punto no luna?- esta despego sus ojos del periódico y se quedó callada. – Yo lo sé, yo.... Encontré la caja donde lo decía- miro hacia abajo sus manos jugaban nerviosas en su regazo.

Annethe se compuso.

-Que sabes Luna?- la incito a que hablara.

-Que yo no pertenezco aquí-con eso lo había dicho todo.

Annethe suspiro y dejo escapar el aire con fuerza. –Es cierto, no soy tu madre biológica pero tú eres mi hija, y la sangre no lo va a cambiar.

-Podrías contarme todo por favor.- lágrimas amenazaban con salir de sus ojos.

-llegaste a mi puerta un 24 de diciembre, fuiste como un regalo del cielo, nos alistábamos a salir, hacia la casa de tu abuela Victoria, y cuando abrimos la puerta tu padre y yo te vimos, eras fuera de lo común estabas durmiendo tranquila con tus mejillas rojas y coloradas por el frio y tu cabello color blanco como la nieve, te recogí de allí para que no te enfermaras y te metí en la casa, tu padre salió a encontrar a quien sea que te hubiera dejado allí, pero no hallo a nadie. Dentro de la cesta estaba la caja, tu madre la reina me había escrito a mí, así que decidí por conciencia propia cuidarte, no sé por qué pero lo hice, te amé desde la primera vez que te vi allí en nuestra puerta, en cambio tu papa esta escéptico con todo el asunto, como cuidar un bebe si apenas habíamos comenzado nuestro matrimonio, - ella paro por algunos segundos.

-Por eso me odia, no es así?

-No él no te odia, no pienses eso, tu padre te ama, quizás al principio lo vio difícil, empezábamos desde cero cuando nos casamos quizás solo teníamos las cosas básicas, y con un bebe y sus gastos era un poco más difícil, pero él te amo al poco tiempo que llegaste, te portabas bien y casi no llorabas en las noches, pero sabíamos que con el tiempo ibas a crecer y preguntarías por tu cabello blanco, porque los demás niños tenían el cabello oscuro y tu no, claro es la herencia de dónde eres, es igual al de tu madre la reina, la vi una vez cuando era una joven universitaria, ella camino hacia mí y me miro y claro me di cuenta de su cabellera, pero jamás me dirigió una palabra, y de nuevo la vi en ti cuando llegaste a mi vida y sabía que eras hija de aquella mujer peliblanco que alguna vez vi, era hermosa. –Tomo un trago de su te y miro a luna.

-Teníamos que hacer algo acerca de tu cabello, así que teníamos que inventar algo, y decidimos decirte a ti y a los demás que tenías síndrome waanderbug, solo que a ti te dejaba el pelo blanco, y los demás síntomas carecían en tu persona. Lo creíste y las demás también, teníamos miedo que descubrieran nuestra mentira pues la enfermedad solo marca un mechón de cabello y los demás síntomas juntos hacen la enfermedad, pero tú eres totalmente sana.

Sabia también que algún día te lo tendría que decir, y así es, te amo hija, se que dese ahora tendrás que tomar decisiones, y lo siento por ocultarte todo esto pero era para protegerte.

-Lo se mama, no te guardo rencor por esto, sé que tuviste tus por qué. Me han venido a buscar y tengo que irme mama.- Su mama la miro, apunto de llorar, luna corrió para abrasarla.

-Sabes que necesito hacer esto, ellos dependen de mi ahora, es mi hora de cuidar de ellos como alguna vez la reina lo hiso y ahora esto recae en mí, aunque no lo quiera ver así. Gracias por cuidarme, por darme tu amor, por aguantar a esta cabeza hueca de tu hija, sé que no puedo pagarte todo lo que has hecho por mi madre, pero solo te puedo decir gracias te amo demasiado y me dolerá más separarme de ti, de  Mattew     y a la vez aunque no lo quiera decir por mi orgullo de mi padre. Son mi familia.

Las dos se abrasaron por mucho tiempo derramando lágrimas de despedida, lágrimas de amor, y de dolor. El pasado siempre dejara marcas en la vida de luna. Un pasado que aún no sabía que tan profundo era.

Luna se hallaba en su cuarto, entre las sabanas abrazando sus piernas y con los ojos cerrados con fuerza tratando de tragar todas las palabras que le había dicho su madre. La puerta se abrió y alguien se recostó alado suyo en la cama.

-Cómo estás?, sé que tu madre ya lo sabe, me dejo subir hasta aquí- le acaricio la mejilla con el pulgar,

-No sé qué me espera, no quiero pensar ahorita, tengo miedo- ella se acostó en su regazo.

-Me tienes a mí, yo te cuidare, y no es porque sea mi deber, es porque te quiero y no pienso dejar que nadie te toque Luna.

-¿Tu me quieres? – se levantó para poder verlo a la cara.

-Claro, desde hace mucho, peleaba con mis sentimientos en todo momento, eras inalcanzable para mí, "Tu" eras la princesa, yo solo un sirviente mas-se ruborizo – Te quería desde la oscuridad, miraba como cantabas cuando venias a casa, como ayudabas a las señoras a pasar la calle, amabas los perros y te la pasabas acariciándolos y dándoles de comer, como reías sola, amo tu sonrisa por cierto, y cuando por fin me di a conocer, te quise mas, eras todo lo que pensaba, orgullosa, tímida, tierna y malditamente sexy- de pronto se calló, de nuevo diciendo lo que pensaba.

Luna parpadeo, y se quedó en silencio- tu silencio me mata sabes?

-Esto es una declaración de amor?

El titubeo, - Es así como me siento.

De pronto tenia a luna en su regazo de nuevo estampándose en el dándole un beso, hasta que se separaron ya no podían respirar, -Así me siento yo –dijo entrecortadamente sonriéndole- Así que malditamente sexy no?

-Esta vez el, la callo dándole otro beso de larga duración y quita alma, y por otra noche consecutiva durmieron a la sombra de la luna que brillaba en esa noche lleno de estrellas.

UtopiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora