Six.

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Me instalé en una habitación con un gran ventanal una cama completamente blanca como el resto de las cosas que ahí había.
Al llegar me recosté sobre la cama, no era muy cómoda pero no me queje más bien no le di importancia. Llegó una mujer con cabello largo trenzado perfectamente el vestuario celeste cielo y unas alpargatas blancas que eran como algodón al tocar al suelo y no emitían sonido alguno, note su cadenita exactamente como la de Ian con la cruz tallada. No deje que ninguna lágrima saliera.
La mujer se presentó como Esther y me comenzó a contar de su vida. Me dio una bandeja con puré de papas y carne hervida, asqueroso pero no fue por eso que no lo comí sino por el simple hecho de que tenía el estómago anudado.


- Debe comer niña - no respondí a las súplicas de Ester

No comí durante todo un día. Al día siguiente Sarah me visito por la mañana traía el ceño fruncido. La mire y sabía que vendría un sermón. Puse los ojos en blanco y no me moví de la cama.

- Levántate - ordenó ella- por favor Rosaly, la doctora me llamo esta preocupada porque no ingieres los alimentos, me advirtió que si no lo hacías emplearía pastillas y no quiero eso, eres sana y fuerte para necesitar esas estúpidas pastillas pero -hizo una pausa- si no comes me veré a obligada a acceder a suministrártelas

Se acomodó en una silla en el rincón de la habitación, en diagonal a mi cama. De su cartera sacó un libro.

- Te leeré como lo hacía cuando enfermaban, lo recuerdas? - claro que sí- era el que les leí a ti y a Carly cuando ambas enfermaron de varicela

Se acomodo en la silla, abrió el libro, coloco sus anteojos para leer aclaró su garganta y comenzó a leerlo.
Era lo primero en semanas que escuchaba atenta. Sarah se fue por la tarde prometiendo que volvería mañana domingo.

[...]

La doctora había organizado una especie de investigación de porque si comía seguía perdiendo peso. Llamo a Esther quien le respondió que ella se llevaba el plato vacío de la sala después de verla comer todo. La doctora no entendía, seguía preguntándome pero como siempre no obtenía respuesta de mi parte.
Al final descubrió que luego provocaba el vómito, a decir verdad me había vuelto anoréxica pero no con el fin común sino porque no quería comer. Sarah se enteró y me regaño, se enojó al ver que no reaccionaba a sus retos.
Volví a mi manía de no comer, mi pelo se había opacado, note huesos donde no sabía que existían había perdido alrededor de diez kilos y se notaban en mis labios secos y pálidos y mis ojeras moradas. Sarah firmó y comenzaron a alimentarme con tres tipos de pastillas seis veces al día. El sábado siguiente a eso, Sarah volvió a visitarme con la noticia de un libro nuevo que me pidió que leyera mientras ella no lo hacía. No reaccione a su petición de leerlo.
Me miraba a diario en el reflejo de la ventana veía como recuperaba de a poco mis kilos perdidos pero mi cara había empeorado me había llenado de manchas en la cara, debajo de mis ojos había dos bolsas huecas completamente negras y mis labios continuaban secos con algunos tajos.

[...]

La doctora me organizó tres citas semanales con el psicólogo y el psicopedagogo y fonoaudiologo. Estas tres personas querían ayudarme pero después de cada sesión me sentía peor. Hacían remover mi pasado, recordar mi dolor porque según ellos así encontrarían lo que les serviría para sacarme de la depresión y poder hacerme hablar. Se les dificultaba con el hecho de que no pudiera hablar entonces me colocaban una máquina que imprimía en un papel los impulsos cardíacos con rayas.
Después de dos semanas volvieron las pesadillas pero eran peores que las anteriores me despertaban a la madrugada a los gritos y no podía volverme a dormir. Se repitieron varias veces y la doctora me recetó un calmante en comprimido para las noches.
Llevaba un mes con esas sesiones y comenzaron a afectarme me la pasaba llorando, un día tome un pedazo se vidrio que encontré del florero que tire anoche y comencé a hacer cortes en mi muñeca derecha, no eran profundos excepto el último hizo que comenzará a salir mucha sangre. Por primera vez sentía que el dolor desgarrador de siempre se iba y sonreí después de meses.

- Oh Rosaly - grito Sarah al verme tirada al lado de la cama al lado de sangre que era mi sangre, salió corriendo y volvió con enfermeros que me curaron y durmieron hasta estar fuerte hasta que el corazón bombeara más sangre.

Desperté en mi cuarto otra vez, ahora tenía una custodia siguiéndome todo el día. El dolor volvió a la hora que desperté que fue cuando recupere todos mis sentidos. Sarah me visitaba más frecuente pero ya no me leía tanto sólo los domingos, traía los cds viejos de mi madre y eso escuchábamos juntas. Se había vuelto mi única 'familia' y murmure un 'gracias' ella me miro feliz y no volví a decir más nada.
Las pesadillas volvieron y volvieron los calmantes. Conseguí que disminuyeran las sesiones y lo logre, las pesadillas eran cada tanto ahora.
Mi custodia se ausentó y en su lugar mandaron un hombre. Debía bañarme y no dejaría que un hombre desconocido me viera. Me senté en la tina llena de agua caliente y comencé a enjabonar mi cuerpo. Recordé el sueño de anoche, eran mis padres quienes se comunicaban conmigo desde el más allá diciéndome que fuera con ellos y con Carly y que al fin seríamos felices los cuatro como una familia, no fue una pesadilla. Tampoco me entristecí, más bien recordé cuando me corté y lo bien que se sintió no sentir nada. Con el espejo me hice un tajo. Poco a poco la sangre se mezcló con el agua, comencé a debilitarme.

- Abra la puerta señorita Roberts - gritaba el hombre desde afuera, la oscuridad inundó mi vista.

[...]

Me desperté quise moverme pero se me hizo imposible y recordé que desde el accidente dormían todo mi cuerpo. Igual seguía el dolor punzante.


- Buenos días Ross - Sarah se acercó a mi- deseo mucho que hables que me cuentes que te pasa que te angustia y solo así podré ayudarte a superar todo esto y sacarte adelante

No respondí. Sólo la miraba de reojo y las lágrimas salían de mis ojos.

- Es ahí cuando dejó de sentir ese dolor, el dolor se evapora -susurre

- Es el único momento en el cual el dolor se evapora - susurre

- No es la solución linda, yo quiero verte feliz y voy a luchar por eso pero necesito de tu ayuda también. Te amo niña y hablo en el nombre de tu papá, de tu mamá, de Carly y hasta de Ian; ayúdame a ayudarte por favor - las lágrimas rodaron por sus mejillas, no respondí sólo le abrí paso a todas las lágrimas acumuladas

Continuara...

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