Capitulo 4

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"Si los tacones te gustan, podrías terminar cojeando o embarazada".
-lacatrina

(Tiempo actual).

Law se encontraba en la sencilla cocina del departamento, la cual estaba pintada de blanco, pero las alacenas y gavetas eran de un color negro, estaba preparando el desayuno para su pequeño monito, este último ubicándose en el baño.

Una vez terminado espero sentado en una de las sillas a que su pareja terminara lo que estuviera haciendo para empezar a desayunar... pero la clase de desayuno que él quería no estaba en la mesa.

Cuando el pelinegro de ojos grises escuchó la puerta del baño abrirse, se encontró con un Luffy caminando como pato hacia su dirección con una mano en su espalda y la otra en su vientre, una divertida y tierna vista si se lo preguntaban a él.

-Torao.- Llamo Luffy.

- Dime amor.- dijo Law mientras en su rostro nacía una sonrisa para su amado llena de ternura, pero con un tono seductor al pronunciar las palabras dando como resultado un adorno rojo natural en el rostro de su pareja por cuarta vez en la mañana.

-¿Me ayudas a sentarme?

- Mmm...

Ese lento "mmm" proveniente de las cuerdas vocales del mayor, envío un escalofrío a la columna vertebral de Luffy y junto con la mirada hambrienta le mandaba a través del otro lado de la mesa, hacía sentir al menor sólo una cosa: estaba molesto porque lo dejó sólo cuando mencionó con la excusa (que no era excusa) de ir al baño... lo cual implicaba que su amado Torao lo castigaría y a él aunque sonora mal le iba a gustar...

-Está bien...- Entonces la voz del oji-gris si antes era sugerente en ese instante se volvió profunda y teñida con una traviesa lujuria.

Law se levantó de su lugar mientras agradecía que las sillas del comedor fueran lo suficientemente amplias para que dos personas pudieran sentarse sin problemas en una de ellas, caminó lentamente hacía su pareja mirándolo como lo hace un depredador asechando a su presa.

Una vez llegado al lugar donde su pareja se encontraba, el menor se plantó frente a él y lo miró a los ojos para transmitirle todo el deseo que sentía quemándole en su interior como un fuego que se extendía y crecía más y más a cada segundo, sin romper el contacto visual con su pareja tomó la silla más cercana y la acercó a ellos. El menor mientras tanto se sentía perdido en el mar gris que eran los ojos de su pareja, siempre desde la primera vez que se vieron le habían gustado los ojos de Law los cuales iniciaban con las oscuras ojeras,-resultado del insomnio-padecido desde muy temprana edad, para después dar paso a un océano gris, siendo para muchos tenebroso y aterrador, pero para él eran más bien una invitación para aventurarse en ellos y encontrar los misterios que le guiarían hacía un tesoro el cual no eran ni oro, ni joyas sino el alma y el corazón del oji-gris en un hermoso y cálido lugar, no frío ni helado como otros pesaban e incluso se atrevían a afirmar mucho antes de acercase a conocerlo y Luffy había encontrado una y otra vez más un sólo tesoro en esas grises aguas como ternura, cariño, tristeza, dicha, incluso el fuego de la pasión y lujuria que en ese momento emergían desde lo profundo de las aguas.

El mayor le regalo una traviesa sonrisa al menor, la cual, correspondió pero en igual de ser una con lujuria fue una llena de inocencia, el oji-gris fue inclinándose levemente acercando el rostro del pequeño moreno quien también movía su cabeza a un lado acercándose de igual menara al rostro del contrario cerrando los ojos en el proceso esperando así un beso profundo, quizás algo lento pero lo suficientemente apasionado para aprender el fuego y detonar en una explosión donde terminarían devorando mutuamente pero grande fue su sorpresa al solo sentir un casto rose de labios.

Pequeño milagroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora