Soy virgen

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No sé cómo pero otra vez nos encontrabamos en mi cama, él ya no se alejaba de mi ni yo tampoco, solo hablabamos, escuchabamos música y veíamos vídeos. Él me rodeaba por la cintura estando boca abajo y nos mirabamos mucho a los ojos, hubo un momento que nos estubimos mirando unos largos segundos sin decirnos nada, no sentí nada especial pero me gustaba mirarle sin hablar. Había algo que hacía que nos llevaramos bien, tál vez porque él era piscis y yo cáncer y son signos muy compatibles, no sé. Todo estaba bien hastá que cambió, ya no parecía que estubiera a gusto junto a mí y no me miraba, me giraba la cara.

- Ector... ¿Qué te pasa? - Le pregunté con voz triste.
- Nada... - Me lo dijo con la cara girada.
- ¡Girate! Quiero verte la cara ¿Qué estás llorando?
- No. - Me respondió muy cortante.
- Va, dime... ¡A ti te pasa algo! - Insistiendole
- ¡Mi abuelo!

Me quedé callada, ya lo entendía, su abuelo hacía como un año que había fallecido y por lo visto su recuerdo lo entristecia. Después de que se le pasara la nostalgia, volvió a prestarme atención. Nos empezamos a liar, me tocó mis partes intimas como nunca nadie lo había hecho, eran fantástico sus movimientos, solo me frotaba, en ningún momento me metió sus dedos. Otra vez lo volví a hacer, pero a diferencia de la anterior, ya no me sentía culpable y hasta por un momento no me importaba perder mi virginidad con él, a pesar de que me quería conservar hasta el matrimonio. Nos dejamos llevar y acabó quitandome las bragas, en ese momento ya me asusté un poco porque realmente no me sentía preparada y solo quería liarme, pero también había esa parte de mi que queria perderla de una vez.

- Soy virgen. - Se lo dije sin más al ver sus intenciones.
- Lo sé. - Me lo dijo mientras se encontraba arriba de mi mirandome a los ojos.
- ¿Cómo lo sabes? - Le pregunté algo sorprendida al escuchar que me dijo eso de una manera muy segura como si supiera toda mi vida.
- Porque yo que sepa, tu nunca has tenido novio y nunca sales.
- Aaahhh... es verdad. - Tenía razón en que no salía, siempre he sido muy hogareña pero no en que nunca había tenido novio pero preferí no seguir con la conversación y continuar en lo que estábamos haciendo.
- Déjame meterte solo la puntita... - Me lo dijo casi suplicando.
- Vale, pero solo la puntita. - Me pusé nerviosa cuando se lo dije, era la primera vez que me iban a introducir algo por ahí.
- Tú tranquila, relajate.
- Sí, eso intento... ¡Cuidado! ¡Para! ¡Yaaaa, me duele! - Haí me dí cuenta de que me había mentido, me la quería meter toda por la fuerza.
- Vale, vale, ya no te la meto. - Casi asustado.

Encuentros como este se dieron mucho al largo de varios meses, solo nos liabamos, como mucho me metia los dedos y si le dejaba, la puntita aunque aveces me la metia más de la mitad pero yo no aguantaba y enseguida me la sacaba. Hasta que un día hablamos sobre perder mi virginidad, sí, aún me consideraba virgen a pesar de todo, porque para a mi, perder mi virginidad sería cuando me la metiera y me la sacara toda, para ese entonces tenía 15 años y el 13.

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