CAPÍTULO 1

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Una embestida contra la pared. Esto no podía estar pasando, al menos no de otra manera.
Ella gimió débilmente en su oreja, arrancando un beso más apasionado de él. Su boca hacía realmente maravillas en el cuello de ella. Tensó las piernas y él aprovechó para levantarla en el aire.
-Mierda, Jack -gimió cuando sus muslos fueron acariciados.
Jack se detuvo -¿quieres que pare, Janice? -no lo decía en serio y aunque ella respondiera que sí sabría que mentía, lo sabía porque ambos estaban locos el uno por el otro, pero sobre todo, porque las manos femeninas de ella no dejaron de quitarle la camisa y desabrochar su pantalón.
-Te amo -atinó a decir antes que sus bocas se fundieran.
El vestido rojo voló. No podían dar marcha atrás.
El reloj marcó las doce. Ella cayó en la cama cubierta solo por su ropa interior. Respiraciones agitadas. Él dejó caer su pantalón.
-En serio te amo, Jack -dijo con voz extasiada.
El bulto en sus ajustados bóxer azules brincó cuando ella se desprendió del brassiere.
-Te adoro, Janice.
Sus miradas chocaron y con ellas un silencioso mensaje.
Él se acercó con el miembro palpitante atrapado por el bóxer azul y, tomándola por la cadera, le quitó el bikini mojado por el jugueteo previo.
Sonrió maliciosa -hazme sentir azul -dijo y le bajó el bóxer.
En cuestión de segundos regresaron a la acción más excitados que antes, con el corazón bombeando más rápido y con la sensación de que esto cambiaría todo como lo conocían.
El momento se sentía etéreo, infinito, inenarrable, no creían que pudieran sentirse mejor pero, siendo la vida vida, no tardaría en cambiar las cosas.
Aunque en definitiva, esa noche no pasaría al olvido.

Cuando terminaron, las estrellas brillaban en lo alto. Habían dejado la ventana abierta, a lo cuál ambos sonrieron.
-Me vuelves loco -le susurró en la oreja, abrazandola.
Ella suspiró, cansada de una forma maravillosa.
-Desde que te conocí, pero cuando te conocí en serio, pensé que sería hermoso compartir las mañanas contigo -suspiraron -Creí que serías alguien perfecta con quien pasar los malos ratos.
Janice sonrió.
-Cásate conmigo -murmuró.
El silencio los invadió de una forma inefable, llenando el salón de una hermosa música a base de silencios.
-Sí -dijo, y una lágrima rodó por su mejilla.
-¿Cuando? -preguntó él, entusiasta.
Janice mordió su labio, incómoda. -Mañana tengo que ir a Hollywood a iniciar grabaciones, Jack. -dijo -puede ser mi lanzamiento al estrellato.
Sudpiraron y siguieron observando las estrellas a través de la ventana.
-Bueno -habló él -supongo que tendré que esperar hasta que vuelvas -hizo un silencio a propósito, un silencio lleno de picardía. Entonces añadió: -después de todo lo mejor siempre tarda ¿no?

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