CAPÍTULO 3

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La alarma resonó en sus tímpanos.
-Es hora de levantarse, Jack -Janice lo sacudía de tantas formas y en tantos sentidos que Jack sentía que podía volverse loco.
-Prometiste ayudarme, vamos.
Jack gimió y se talló la cara como si eso pudiera despejar el sueño.
-Te juro que si no llego a tiempo a las grabaciones te corto eso que llamas pene.
-Ya voy -gimió en respuesta.
Con toda la fuerza posible se levantó, dejando atrás la gravedad impuesta por el sueño y la cama.
-Tienes cinco minutos -canturreó.
Como pudo se cambió el bóxer y termino calzándose unos jeans y una camisa negra de alguna banda de rock, no le dio importancia cual era, sabía que si por su culpa Janice no alcanzaba a llegar a las grabaciones él pagaría con creces, y créeme, más vale no provocar la furia de una mujer metiéndote con sus sueños.
-Te espero en el auto, gruñón hermoso -y salió contoneando las caderas.
Él tomó las maletas rojas de Janice y las llevó hasta el auto, las guardó y fue al asiento del conductor.
-¿Planes para hoy? -preguntó, como de costumbre. Era mejor preguntar eso que olvidar algo y que ella terminará enojada.
-Bueno, quiero tomar el tren de las 7:30 y luego al aeropuerto -hizo una pausa y aprovecho para aplicarse el labial rojo. -luego tomaré el vuelo de las 9, mientras tanto puedo comer. -otra pausa para el polvo -Entonces al hotel y luego a las grabaciones.
Cerró el círculo del maquillaje y le sonrió.
-Tu puedes planear dónde será la boda, si quieres.
Se sonrieron tiernamente.
-Me vuelves loco, nena. -frunció el ceño cariñosamente -pero si no arranco jamás llegarás. ¿Llevas todo?
Negó con la cabeza. -Me faltas tu, pero alguien debe cuidar a nuestro pequeño Kali -ahora hablaba de su gato de cinco meses.
Arrancó el coche y con él el destino.

Al llegar a la estación de tren hubo un momento de silencio. No era incómodo ni nada, era uno de esos silencios que anteceden a los grandes actos.
-Te amo -sonrió Jack.
-Yo también te amo, Jack.
-Te esperaré
Sonrieron con melancolía.
Salieron del auto y él llevó las maletas hasta la fila de los tickets.
-En serio te esperaré, hermosa.
-Volveré cuanto antes.
-Te amo -dijeron por última vez.
Jack se alejó, camino al auto.
Se giró y la vió por última vez, enfundada con un vestido beige. Entonces, un resplandor blanco lo cegó.

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