Capítulo 5 - Incondicionalmente

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Las dos brujas y el vampiro ya habían salido por la puerta principal del hotel cuando escucharon un grito desgarrador que los paró en seco. Rápidamente María miró a Ezio preocupada, mientras que el vampiro dirigió su mirada a los pisos más altos del hotel.

Quinn bajo su mano cuando vio a un taxi estacionarse al lado de ellos y sin remordimiento abrió la puerta indicándole con la mirada a María y Ezio que entraran al auto. La joven bruja asintió y caminó con ligereza hasta montarse en el auto. La pelinegra bajo la mirada al volver a escuchar el mismo grito de hace unos momentos, ya Alec había despertado y dudaba mucho que los gritos fueran por el dolor de su cuello. Alguien más estaba con él y lo estaba torturando.

Ezio hizo un movimiento para correr pero la bruja lo aguantó por su antebrazo. El vampiro la fulminó con la mirada y esperó a que lo soltara, pero ella se mantuvo firme en su agarre.

-     No vale la pena, solo nos pondrás en peligro. - Comentó la pelinegra.

-     Ambos sabemos muy bien quien esta allá arriba y no te conviene tomar acción. - Quinn agregó, soltando el agarre que tenía en su amigo. 

El vampiro evitó la mirada de la bruja y comenzó a caminar, - Lleguen al aeropuerto, yo las alcanzare. - Ezio ordenó y desapareció de los campos visuales de Quinn.

La pelinegra gruño, volvió abrir la puerta del taxi y subió rápidamente mientras murmuraba obscenidades. Estaba molesta, había sido una noche difícil para la bruja que siempre solía salirse con la suya. Primero es encontrada por una de las personas las cuales llevaba meses huyendo, luego recibe una horrible paliza y ahora cuando aparecía el momento perfecto para huir, tenía que quedarse con una patética bruja caribeña solo porque su amigo indirectamente se lo pidió.

-     Pour l'aéroport s'il vous plaît.

-     ¿Dónde está, Ezio?

María miró con horror a la pelinegra cuando Quinn la ignoró por completo. El taxi comenzó su camino y antes de que la joven bruja se le ocurriera una loca idea, la pelinegra murmuró un encanto y la rubia cayó dormida en su falda.

-     ¿Tout va bien? - Preguntó el taxista en francés.

-     Oui, elle est juste nerveux pour le voyage en avión. - Mintió Quinn con una falsa sonrisa.

El vampiro llegó a la habitación justo en el momento que Emilia subía la estaca que tenía en sus manos con intenciones de llegar al corazón de Alec. Ezio se abalanzó sobre la mujer, separándola del cuerpo de su pariente, agarrándola por sus brazos en forma de candado para que no pudiera escapar.

Los dos comenzaron a forcejear y ambos cayeron al piso, pero Ezio le tenía ventaja en fuerza, la mantuvo debajo de él, muy bien sujetada. Emilia paro de moverse pensando en maneras de poder escabullirse pero una risa sarcástica la desenfocó de sus esfuerzos.

-     Como en los viejos tiempos...

Ezio y Emilia dirigieron su mirada hasta la entrada del balcón. Alec estaba de pie, con una mano apretando su costado y la otra aguantando la baranda.

-     Hay cosas en la vida que nunca cambian... - Alec advirtió y brincó la baranda del balcón.

-     ¡NO!

La vampira empujó a Ezio a un lado y corrió hacia la entrada del balcón pero el vampiro la agarró justo en el momento en que ella había tomado impulso para seguir a su ex amante. Con fuerza la pegó contra la pared del balcón, uno de los brazos del vampiro sujetaba a Emilia por un brazo y con el otro brazo aguantaba su garganta. Una posición incómoda para la vampira que ahora ojeaba con temor la altura, el viento había comenzado a soplar convirtiendo la escena a una más amenazante.

El renacer de los caídos (2da parte de LDCDE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora