la laguna del silencio

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"El miedo nos paraliza y ahoga nuestro llamado de auxilio..."

La gélida caricia del agua en mis pies me hizo despertar del profundo sueño en el que me encontraba sumergido, una punzante jaqueca me impedía recordar lo sucedido previamente a mi pérdida de, ni cuánto tiempo había permanecido en dicho estado. Sólo podía ver la niebla que se extendía por todas partes como una extensión de mi confusión, como la materialización de mi memoria.

Con una dificultad que se me antojó excesiva me levanté, y comencé a caminar tortuosamente alejándome de aquella glacial masa de agua que se perdía tranquilamente en lo profundo. Cada traba que se me atravesaba en el camino me hacía caer de rodillas, rasgándome las rodillas y exponiendo la carne. Me tranquilizó notar que por cada paso que daba la bruma se disipaba más y más, hasta llegar al punto de poder distinguir que lo que se encontraba tras de mí era una laguna, y la solitaria edificación que se erguía majestuosamente en junto a un espeso y tenebroso bosque.

Era una casa victoriana color musgo de aspecto bastante cuidado, con una torre tan elevada que su cúspide se perdía entre la neblina. Con cierto temor me acerqué a la entrada y con tímidos golpes llamé a la puerta. La puerta se abrió por sí sola, mostrando el interior del hogar. Un silencio espectral reinaba en dicho lugar aparentemente abandonado, los muebles estaban gastados y polvorientos, y las paredes atestadas de telarañas, lo que le daba el aspecto del viejo cliché de una casa embrujada de película de horror. Comencé a buscar rastros de vida humana en dicho lugar.

Recorrí temblorosamente interminables pasillos con la extraña sensación de que me observaban, y con el miedo que me producía el hecho de que mis pasos no produjeran sonido alguno. Intente gritar por si alguien me escuchaba, pero de mi boca no escapó ninguna palabra. El miedo se apoderó de mí y corrí desesperadamente sin dirección alguna, llegando a parar en una habitación desmantelada con vista al lago. Me acerqué a la ventana y desde allí vislumbré la figura de un vestido de negro con una larga chaqueta que caía hasta la altura de sus rodillas. Sin razón aparente, al verle acercarse, el pánico comenzó a acelerar mi respiración, lo que hizo que mi aliento revelara un mensaje escrito en el vidrio: "El miedo nos paraliza y ahoga nuestro llamado de auxilio. Ahora es cuando comienzas a correr".

Huí aceleradamente saliendo por la parte de atrás de la casa , regresando la vista de vez en cuando, sólo para notar que dicho hombre se acercaba sin esfuerzo aparente, sin la necesidad de correr. Comencé a flanquear los arboles intentando escapar, pero una raíz me hizo tropezar y precipitarme pesadamente al suelo. Angustiosamente intenté arrastrarme, pero ya era demasiado tarde. Me volteé quedando de espaldas al piso, viendo como ese oscuro personaje llegaba junto a mí, sacaba una pequeña daga de su chaquetón y se inclinaba sobre mí.

Con un veloz movimiento cortó un mechón de mi cabello y me susurró al oído:

-El horror recién comienza.

Me besó la frente, se levantó raudamente y desapareció entre la niebla.


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