Capítulo 3

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Según mi móvil llevábamos ya media hora en ese callejón sin más ruido que el de los coches al fondo. Mi miedo y mi enfado había desaparecido casi por completo porqué el chico no había intentado nada conmigo, aun así no podía sacarme su última frase de la cabeza. En esa media hora había intentado varias veces hablar con él pero no había contestado, solo había actuado como si no existiera, lo cual era bastante frustrante teniendo en cuenta que si intentaba escapar tan solo m perseguía y me llevaba en volandas al mismo callejón.

- ¿Se puede saber quién te ha mandado recogerme? – volví a intentar.

- Eso depende, ¿puedo llamarte nena?

Bueno eso ya era un avance, no el mejor de todos, pero ya era algo.

- ¿Si te dejo me contarás que está pasando?

- No, pero solo quería avisarte de que voy a llamarte como quiera nena, tanto si me dejas como si no.

¡Maldito cretino! No solo me secuestraba y no me dejaba irme sino que se burlaba de mí, porque eso era lo que estaba haciendo, se estaba riendo y burlando de mí, en mi cara.

- Deberías verte la cara nena, es todo un poema.

- ¡Déjame en paz! – grité de frustración.

- Has sido tú quién ha empezado a hablar, no yo – dijo todavía con su sonrisa en la cara.

- ¡Arggg! ¡No puedo más! ¡Déjame irme o sácame de aquí! ¡Tú eliges! ¡Pero yo me voy!

- ¿Y si yo no te llevo como vas a saber volver nena?

- Hay una cosa que se llama móvil donde puedes buscar tu ubicación o llamar a alguien – dije feliz por ser más lista que él.

- Eso es solo en los sitios en los que hay cobertura nena.

Mierda. Mierda. Mierda. ¡No podía ser verdad! ¡Tenía que haber cobertura! Saqué el móvil de mi bolsillo y lo miré, el chico tenía razón, ¡estaba perdida! Mierda. Mierda. Mierda. ¡Y encima se estaba volviendo a reír de mí!

- La verdad es que me caes bien nena, por eso voy a hacerte un favor y voy a sacarte de aquí y devolverte a tu linda casita en el barrio de los ricos.

- ¡Qué no me llames nena!

- Ya hemos hablado sobre cómo puedo o no puedo llamarte, aunque podría dejar de llamarte nena si me dijeras tu nombre, ¿no crees?

- ¡No pienso decirte mi nombre! ¡Podrías ser un ladrón! ¡O un secuestrador!

- No te importó eso cuando te subiste a mi moto para escapar de tu novio.

- ¡Lilian! Me llamo Lilian, ¿vale? – dije rendida.

- ¿Tan difícil era, nena? – dijo volviendo a sonreír.

- ¡Ah! ¡Eres un cretino, imbécil e idiota!

- Yo no hablaría así a la única persona que puede devolverte a tu casa – dijo perdiendo su sonrisa.

Eso me dio un poco de miedo. Cuando sonreía parecía menos peligroso o misterioso, parecía más normal, pero con esa expresión seria... El miedo volvía a hacer temblar mi cuerpo, no de manera literal, pero sí que volvía a estar muy asustada.

- Vamos, te llevaré a casa, los chicos ya deben haber terminado.

- ¿Chicos? ¿Terminado? ¿Qué está pasando?

- Nada nena, nada.

Después de eso me indicó que subiera a la moto y aunque podría no querer llevarme a mi casa decidí subir, todo era preferible a quedarse en el callejón. No volvimos a hablar durante todo el trayecto, pero la sensación de peligro había vuelto a desaparecer. Aun así seguía muy confundida por todo lo que estaba pasando y el chico no parecía dispuesto a darme ninguna respuesta. Al contrario, este chico no hacía más que producirme nuevas dudas, como por ejemplo la dirección de mi casa, en ningún momento tuve que decirle donde vivía, él tan solo fue directo a mi calle. ¿Me había estado espiando?

El trayecto fue un poco más largo que la primera vez pero en no más de media hora llegamos a mi casa. No eran mucho más de las cuatro de la tarde y aunque mi madre no me esperaba hasta mucho después no creo que hiciera preguntas sobre ese tema. Sobre lo que sí iba a hacer preguntas era sobre el chico que me acompañaba, ¿y qué iba a responderle? No sabía nada de él, ni siquiera sabía su nombre, pero no quería preguntar.

Me dejó en la esquina de mi calle, a unas cuantas casas de la mía, al final no tendría que explicarle nada sobre él a mi madre. Me bajé de la moto y empecé a caminar sin dar las gracias ni mirar atrás.

- Nos vemos pronto Lilian.

No sabía por qué pero eso había sonado a promesa más que a despedida, y tampoco sabía por qué eso no me inquietaba en lo más mínimo.

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¡Espero que os guste el capítulo! Como en tres días empiezo el colegio quería deciros que no podré actualizar tan rápido, intentaré colgar una vez por semana, los sábados normalmente, pero no prometo nada.

¡Muchas gracias!

*Baiii*

Ana


Me dejé llevarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora