NOAH
Mi viaje ya había llegado a su fin. Había visitado lugares magníficos, había nadado en las mejores playas y había comido y probado todo tipo de comidas tradicionales, pero cuando el avión procedente de Nueva York posó sus ruedas en el aeropuerto de Los Ángeles, solo pude sentir júbilo, júbilo y unos nervios que me hacían trizas el estómago.
Me puse de pie de inmediato cuando sonó el pitido que indicaba que podíamos quitarnos el cinturón. Mi madre puso los ojos en blanco pero la ignoré; agradecí viajar en primera clase y así poder salir de los primeros. En cuanto las puertas se abrieron fui directa hacia la manga que me llevaría a la terminal. Me giré impaciente cuando vi que mi madre se retrasaba. ¿Qué demonios estaba haciendo?
Por suerte, como habíamos hecho escala en Nueva York, no tuve que esperar ni volver a enseñar el pasaporte, por lo que solo tenía que recorrer un largo pasillo y bajar por las escaleras mecánicas. En Los Ángeles eran las siete de la tarde, y lo primero que vi fue la cegadora luz del atardecer, que me nubló la vista por unos instantes. William estaba allí.
Pero ¿dónde estaba Nick?
Mi mirada barrió todo el aeropuerto mientras las escaleras seguían bajando y bajando hasta que no tuve más remedio que salir de mi mutismo y acercarme al padre de mi novio.
Me sonrió y me abrió los brazos para darme un abrazo, aunque la son- risa no le llegó a los ojos. No quería ser maleducada, pero no era a él a quien quería abrazar.
—¿Qué hay, forastera? —me dijo cuando lo abracé brevemente.
—¿Y Nicholas?
Me observó un segundo, abrió la boca para contestarme pero entonces sus ojos se desviaron de mí a mi madre.
Ella corrió hasta que él la estrechó entre sus brazos. Me los quedé mirando sin comprender absolutamente nada. En cuanto se separaron después de que él le diera un beso en los labios, obligándome a apartar la mi- rada, se giraron hacia mí.
—¿Y Nicholas? —preguntó mi madre igual que yo.
Will volvió a posar sus ojos en los míos y se encogió de hombros como diciendo «¿Qué esperabas?».
—Me mandó un mensaje diciéndome que no iba a poder recogerte, que te llamaría en cuanto pudiese.
Eso no tenía ningún sentido.
—¿No te dijo nada más? —solté con incredulidad. Mi alegría se desinflaba como un globo pinchado... la desilusión me invadía.
William negó con la cabeza y le di la espalda mientras él y Steve recogían las maletas. Saqué mi teléfono móvil e hice la primera llamada.
Saltó el contestador. Colgué antes de que quedara registrado mi ensor- decedor silencio.
¿Por qué no había ido a recogerme? ¿Estaba trabajando? Si fuera así habría venido de todas formas, lo hizo por mi cumpleaños, dejó todo por verme...
¿Estas semanas separados habían hecho que ya no le importase tanto como antes?
Por Dios, ¿qué demonios estaba pensando? ¡Claro que le importaba! Habíamos hablado, estaba deseando verme, me lo había dicho...
Volví a marcar su número.
—Nicholas, estoy en el aeropuerto y no estás, ¿qué ha pasado?
Dejé que el mensaje se grabara y guardé el teléfono en el bolsillo de mis vaqueros. Me volví hacia mi madre, que no se soltaba de William, y me pegué a Steve mientras salíamos del aeropuerto y nos encaminábamos
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Culpa tuya © (2)
Romance¡Disponible los 16 primeros capítulos! Después de todo lo ocurrido el verano pasado, tras las peleas, los engaños, las decepciones y sobretodo la difícil convivencia de Noah con su hermanastro, las cosas parecen ir sobre ruedas. La vida de Noah da...