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Bea ya ha sacado la ropa de la maleta y la ha puesto en el armario. Y ha sacado su portátil. Mira la hora: apenas son las seis. Cansada se tumba en la cama.

Se pone a pensar en todo lo que ha ocurrido hoy. Y en todas las personas que ha conocido.

Al es un tipo peculiar, aunque se puede decir que es simpático. Se pregunta por qué no tenía amigos. Es cierto que la pregunta de su  mejor amiga no ha estado muy acertada.

Y Sergio, le cuesta definirlo y asegurarse de si le cae bien o mal.

Es algo borde, para que negarlo. Pero tiene algo que le hace especial, aunque tampoco sabe lo qué es.

Y Marta le ha caído bien y está segura de que serán buenas amigas. Le parece muy activa y enérgica.

Y Javi...Javi es de otro mundo. Le encanta.

¿Y ahora qué hace? No tiene nada que hacer. Las clases no empiezan hasta mañana.

La chica decide finalmente salir a dar un paseo y ver la residencia más a fondo. ¿Avisa a alguien? ¿ ASonia? ¿O a Marcos? ¿Y a Alex?

No, ahora prefiere estar sola y desconectar un ratito. Lo suele hacer. Le sirve para pensar un poco en todo.

Bea sale de la habitación silenciosa. Baja por las escaleras. Y como siempre, se tropieza. Se prepara para recibir un golpe del suelo. Sin embargo no choca contra él.

Siente unas manos que rodean su cintura. Bea abre los ojos y se encuentra a un chico de su edad, y que como ella tiene el pelo negro y los ojos azules, aunque un poco más claros.

Y al igual que Sergio, no está nada mal.

-¡Hey, cuidado!-le dice-. ¿Estás bien?

-Perfectamente-contesta algo esquiva soltándose del agarre del chico.

-Me llamo Ortzi.

-Serás vasco, entonces-señala ella.

-Así es-asiente Ortzi sonriente.  

-Tienes acento-observa.

-Normal. Soy vasco-sonríe-.¿Y tú eres?

Bea le mira algo desconfiada.

-¿Tengo que decírtelo?-pregunta.

-Así podré pensar en ti por tu nombre, y no como la chica que casi se la pega en las escaleras-contesta pícaro.

-¿Vas a pensar en mí?-Bea decide seguirle el juego.

-Claro. A partir de ahora pensaré cada segundo de cada minuto en ti. En la chica que casi se la pega en las escaleras.

-Ya...Pues lo siento mucho, Ortzi. Porque yo no voy a pensar mucho en ti. Ni como Ortzi, ni como el vasco que impidió que me la pegara en las escaleras.

-Que cruel eres, morena.

-No me llames así.

-Es que no me sé tu nombre-responde él-. Si me lo dijeras...

-Bueno, Ortzi, nos vemos-dice ella a modo de saludo.

-¡Eh! ¡Espera, morena!-la detiene- Dime al menos cuál es tu pasillo. ¿Dónde volveré a verte?

-En tus sueños, vasquito-responde victoriosa la chica-. Y si no te digo mi nombre no te voy a decir donde vivo.

-¡Eh!-protesta.

-Adiós, vasquito-se despide y rápidamente baja las escaleras.

-¡Cristina!-grita.

-¡No me llamo así!-contesta ella desde abajo.

ArialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora