Capítulo 15 [Antepenúltimo].

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-¿No dirás nada? -preguntó él aún arrodillado frente a mí.

Yo, y mi yo interior estábamos en un estado de shock. Es decir, el sueño de casi toda mi vida se estaba cumpliendo. Y yo ni respondo. ¡Celeste despierta, mujer! Sacudí mi cabeza cerrando fuertemente mis ojos, esperando a que estaba alucinando, ¿y qué creen? ¡No fue así! En realidad Michael sí estaba en frente de mí, arrodillado y con un anillo entre sus manos. Si no respondía, me arrepentiría todo lo que me reste de vida.

-¡Sí, acepto! -exclamé para luego sonreír ampliamente y unas cuantas lágrimas se escaparan de mis ojos. Él sonrió, se puso de pie, sacó el anillo de la caja roja para que lentamente lo introdujera en mi dedo anular de mi mano izquierda. Sollocé.

-Celeste, amor, ¿por qué lloras? -preguntó él mientras secaba con su dedo pulgar el agua salada que recorrían por mis mejillas.

-Estoy... muy emocionada por esto, creí que jamás pasaría -lo miré a los ojos, a esos hermosos ojos donde me pierdo.

-Y yo creí que ibas a decir que no -ríe.

-Ni en un millón de años.

Él sonrió, luego besó mis manos sin quitar su mirada de mí. No podía explicar lo feliz que me sentía en este instante. Yo lo quería por como era, no por su dinero, ni por lo que él puede darme; sino por algo más importante, el amor que puede entregarme cada día.

Soltó mis manos para ponerlas en mi cintura y atraerme hacía él lentamente, para después juntar nuestros labios formando el esperado beso.

-Te amo -susurró.

-Yo también te amo -susurré.

Tomó mis manos para dirigirme a la hermosa mesa. Me ayudó a sentarte como un caballero, saben a lo que me refiero, jaló la silla para luego ponerla en una posición cómoda para mí. Luego, tomó asiento en frente de mí. Una persona de servicio nos trajo dos platos con comida Mexicana, la que a él le gustaba al igual que a mí. Y entonces, empezamos a comer, recordando viejos tiempos. La cena fue entre risas, alguno que otro beso robado por parte de Michael, sonrisas y más besos robados.

-Por cierto, no te eh dicho lo hermosa que estás esta noche -dijo él en tono seductor. Sonreí.

-Gracias, Liz es buena escogiendo ropa y bueno, tú no estás nada mal hoy -lo miré.

-Gracias pequeña. Ahora, la segunda parte de está gran noche.

Se levantó y tomó mis manos haciéndome levantarme también. Entrelazó ambas de éstas para empezar a caminar. Nos dirigimos al bosque, puede que sea algo tarde pero con él sé que estoy más que protegida. A lo lejos, se podía ver una pequeña cabaña decorada con luces. Me paré en seco. Recuerdo un día cuando me perdí...

Estaba tan aburrida que no sabía que hacer, y más que Liz había salido con Michael quien sabe dónde. Y lo peor, no conocía a nadie. Creo que grité del aburrimiento y luego mi vista se dirigió a la ventana que a lo lejos se veía el grandioso y enorme bosque. Era de día, y entonces me dije a mí misma: Oh, porqué no. Bajé las escaleras y corrí hacía el bosque, los árboles eran demasiado grandes, me sentí más pequeña de lo que ya era. Seguí caminando, caminando, caminando y vi una cabaña a lo lejos, y no era como esas cabañas todas sucias aterradoras, está estaba decorada con luces y con un pequeño camino de piedras. Sonreí encantada y empecé a acercarme lentamente. ¡Y bum! ¡Empezó a llover! ¡Y muy feo! Corrí hacía la cabaña y me adentré en ella. El cielo se puso gris y lo peor era que estaba mojada, y no tenía mi teléfono. ¿Cómo rayos sabrán que estoy aquí? Pasaron horas, y al menos sobreviví con la pequeña refrigeradora que había ahí y me cubría con una mata, pero no sirvió, empecé a estornudar. En fin, Michael me encontró moribunda, okay no, dormida y sin fuerzas. Me llevó hasta la mansión en brazos, me enfermé y él estuvo cuidándome, sin duda uno de los mejores días de mi vida.

Adoptada por Michael Jackson o... → m.jDonde viven las historias. Descúbrelo ahora