Luego de que todos los niños se hubieran ido a la cama y la mayoría de los empleados de medio turno se hubieran ido sus casas, Sam se disponía a irse a su pequeño departamento. Hacía ya unos cuantos minutos que había empacado todas sus cosas en la desgastada mochila, ya estaba lista, lo único que esperaba era que la hora de su reloj de mano diera a las 7:25 PM. A Sam le gustaba salir a la misma hora todos los días hasta el paradero del autobús. No era de las chicas que se tardaban horas y horas paradas esperando su transporte en la noche, ella era diferente, diferente y prevenida. Aunque podía agarrar su bici y llegar más rápido que en autobús, ella prefería el cálido ambiente de los autobuses.
-Déjame y te llevo- dijo Rudy detrás de Sam
-Tú no tienes carro- Dijo Sam desafiante aun sin voltear
-Pero si contactos- Respondió
-¿Quién te creíste el presidente?, ¿se supone que el helicóptero presidencial está en la terraza?-dijo Sam
-No, porque, en este lugar no hay terraza-
-Pues lo siento, Mr. Thewlis- Dijo simulando un fino acento
-Te disculpo humilde joven, ahora aceptáis mi oferta- Le dijo Rudy en tono de orden
-No seas idiota- le dijo Sam volviendo a su voz común. Dio media vuelta y salió de la habitación dejando a Rudy perplejo. -Ah, y no es "aceptáis" es "aceptaos" no hables si no puedes- dijo volviendo en sus pasos. Apago la luz del frio cuarto y se alejó.
Cuando estaba pasando por el pasillo de la cocina, vio a Rose un poco deprimida en una de las mesas del comedor. Se acercó manteniendo un poco la distancia y le pregunto por qué su ánimo.
-Es otra vez esa perra- dijo Rose reconfortándose
-¿Ahora que te hizo?- pregunto Sam con la sangre hirviendo
-Me humillo delante de toda la escuela Sam, Brooke les dijo a todos que me había visto sacarme la caja de dientes en el baño de chicas. Todos saben que no uso caja de dientes, pero ahora nadie me va a creer- dijo Rose con desanimo
Brooke era una perra. A Sam nunca le pareció bien que ella trabajara allí, pues sabía que solo lo hacía por los chicos y no por los niños, pero de igual tenía que aceptarla, pues cualquier voluntario en estos tiempos le hacía bien a la casa.
-Pero, no te preocupes Rose, eres una chica realmente hermosa a lo natural, no como ella, solo es...
-¿Plástico?- pregunto rose para terminarla frase
-Sí, eso es, sol plástico falso. Además me he enterado que los chicos solo la quieren para llevársela a la cama después la botan-dijo Sam para intentar ayudar
-Sí, hasta Ryan la desea hasta por una noche, pero la desea...- dijo Rose sintiéndose aún peor.
-No seas idiota rose, Ryan está loco por ti, me lo confeso en la clase de algebra por mail. Me dijo que le encantas- confeso Sam para animar a su amiga
-¿Habas en serio Sam?- pregunto una entusiasmada Rose
-Claro que sí, ahora tienes que para de restregar tanto esa vajilla mira cómo se están arruinando tus manos- dijo con preocupación Sam
-Eso no importa- dijo rose alejando con un rápido movimiento sus manos de las de Sam. - Lo importante ahora es Ryan. Sé que tenemos futuro juntos, lo sé- dijo gritando mientras salía a correr.
-Esa chica sí que está loca- susurro Sam al vacío.
Sam retorno su camino y cruzo la puerta de happy smiles. Afuera hacía frio, pero no como para tener que devolverse hasta su casillero por un abrigo, pues gracias al cielo santo, en New Holland, las noches tenían finos hilos cálidos que rodeaban a la ciudad y sus pocos habitantes.
Mientras caminaba hacia el paradero que quedaba a unas cinco cuadras de allí, se puso a pensar en que sería de su vida. No sabía si quería asistir a la universidad o no, no sabía si algún día tendría esposo, o aunque sea novio, no sabía si Alice, su amiga tal vez dejaría el departamento que compartía con ella y rose, pues ya se había quejado un par de veces del reducido tamaño del lugar. No sabía nada.
Cuando llego a la parada del autobús, dejo de pensar en sus planes de vida y puso atención a lo que pasaba en la acera justo al frente de ella. Un joven yacía en el suelo, justo debajo de un jeep amarillo. A Sam se le inundaron los ojos de lágrimas. Esta noche pudo haber sido cualquier joven, pudo se rose, Alice e incluso ella misma. Todo lo que vino pensando en el camino, de repente le pareció inútil. Ahora no le importaba si Alice dejaba el departamento, o si al fin se decidía si ir a la universidad. Todo fue en vano, pues se dio cuenta que el destino para cada persona está escrito, y ya no tenía que preocuparse por todo lo que había analizado, pues en menos de un segundo su vida podría acabar así como así.
Sam no se había fijado en cuanto tiempo había estado allí, solo esperaba que llegara pronto una ambulancia. Cuando esta por fin llego, se llevaron al chico y al conductor en la parte de atrás. Y cuando todo el escandalo pasó, los policías presentes anunciaron que cerrarían la calle, de tal modo que los autobuses no pasarían esta noche.
-Mierda- susurro Sam
Pensó en lo que tenía que hacer. Por más de que no le gustara, tendría que irse en bici, pues prefería eso antes que aceptar la oferta de Rudy. Avanzo rápidamente para evitar llegar tarde a su casa y que Alice empezara a hacer preguntas extrañas. Cuando llego a Happy Smiles, tomo rápidamente las llaves y abrió la puerta. Todas las luces estaban apagadas, así que entro hasta el pasillo, que conectaba la cocina - la habitación de juegos - y el cuarto de casilleros, allí tenía que dirigirse para sacar las llaves del candado de su bici. Cuando estaba por llegar tomo nota de que la luz seguía prendida, - de seguro el ignorante de Rudy la dejo así- pensó Sam.
Cuando entro a la habitación, se dio cuenta de que aparte de los niños, en la casa había alguien más. La hija de... su madre de Brooke estaba semi-desnuda y con las piernas abiertas encima de su queridísimo amigo, Rudy. Los dos se besaban tan apasionadamente que a Sam le pareció como si estuvieran audicionando para el casting de una película. Brooke le desordenaba salvajemente el cabello a Rudy, y este bajaba sus manos hasta el sostén de la chica, y cuando estuvo a punto de desabrocharlo; Sam intervino.
-Qué demonios pasa aquí - Dijo a un tono elevado, pero con mucha calma.
Cuando Rudy escucho la voz de Sam, la reconoció al instante y empujo fuertemente a Brooke contra los casilleros.
-Espera... podemos ir a mi casa-dijo seductoramente la chica mientras se ponía la blanca y transparente blusa
-Sam... lo... Lo siento- dijo Rudy un poco nervioso, al tiempo que ignoraba las palabras de Brooke
-No te disculpes con migo, discúlpate con los niños. ¿No pensaste en que ellos duermen arriba? O pues por lo visto no han podido hacerlo con tanto ruido, Quiero que los dos se vayan ahora mismo- dijo Sam fría y cortante.
-Como quieras, vamos Rudy- dijo Brooke tomándolo de la mano.
-No, yo me quedo- dijo el chico un poco exasperado con la rubia.
-Oh, eso claramente no va a pasar - dijo Sam- tienen que irse, ¿que no tienen un mejor lugar? Yo que sé, un motel o lo que sea.
Tomo la blusa y chaqueta de Rudy que aún estaban en el suelo, salió de la habitación, se dirigió hacia la puerta, y arrojo las prendas masculinas al césped. Rudy, quien estaba detrás de ella, siguió disculpándose una y otra vez, mientras que Brooke se lanzaba contra él y le decía cosas tentadoramente provocativas.
-Rudy en verdad, tengo que pedirte que te vayas- dijo Sam terminando el debate.
A Rudy no le quedo de otra que rendirse. Bajo los pocos escalones que habían, cruzo la puerta y empezó a recoger su ropa. Sam cerro rápidamente la puerta, siendo a Brooke acosando de nuevo al chico rubio la última cosa que vio.
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La sombra de lo invisible*
RomanceSam es una joven que siempre quiso ayudar. Siempre y en cualquier lugar, trataba de ser la fuerte, pero siempre supo que su débil corazón se rompería en un momento determinado. Ese momento fue cuando su padre murió. Quedo devastada y sin consuelo. ...