Con amor, Loki.

592 65 11
                                    

Alicia no quería llegar a casa. Deseaba como nunca estar lejos de Loki. Tomó un taxi al terminar su turno, tenía tres llamadas perdidas de Tom. Esta vez ni siquiera se preocupó por el carácter que pudiera resultar de aquella acción, simplemente no quería saber nada de él. Ojalá nunca lo hubiera conocido, ojalá simplemente se muriera... Los pensamientos de catástrofe en su mente no dejaban de acosarla.

Sentía que de alguna manera era responsable de todo lo que Loki estaba causando en su mundo. Que ella era la única que podía detenerlo... ¿Pero cómo? Una visión de la película que su novio había protagonizado años atrás le hizo pensar en la posibilidad que si Loki existía, existía Thor. Pero, ¿cómo iba a "invocar" a un Dios? Ni siquiera al Dios de su propia religión se había sentido capaz de invocar o rezarle... Menos a un rubio con martillo. Dirigió al taxista justo al otro lado de la ciudad: West End. No supo a dónde ir, sólo quería huir.

Después de pagarle al taxista, bajó en la esquina de una calle que no reconoció a primera estancia. Caminó hasta dar con un café grande, al parecer francés. Entró y pidió un latte descafeinado y un croissant con jamón. Se sentó en la última mesa, en el rincón más alejado. Una vez que le llevaron su pedido absorbió el aroma del café, y se puso a pensar cómo rescatar a Tom y su mundo. Sabía que el cetro de Loki era la clave, pero ¿cómo usarlo sin que muriera en el intento? Su celular vibró sobre la mesa y vio con frustración y rabia que era Loki de nuevo. Ignoró por completo las tres llamadas siguientes, no quería verlo.

─ ¿De verdad crees que puedes huir de mí?─ una voz fría que arrastraba cada sílaba como si le tomara una eternidad decirla, susurró justo a un lado de su oído. Alicia soltó un chillido y vio con horror que Loki, no Tom, Loki en persona estaba a su lado sentado en la misma banca que ella sin que se hubiera percatado de su llegada. Tiró el café encima de su falda y el líquido caliente escoció la piel de sus piernas. No supo qué le dolía más, si la quemadura o que Loki estuviera ahí. El Dios se limitó a poner los ojos en blanco y puso sus manos en los muslos de la chica, ella vio con los ojos como platos hacia el toque, estaba demasiado cerca de la zona vulnerable en su cuerpo, su respiración se cortó.

Loki extendió un frío en su piel que le alivió y curó la herida de quemadura. Suspiró y quitó las manos. Se extendió en el asiento como si le perteneciera y apareció un café nuevo para la chica que vio alrededor aterrorizada pensando lo que estarían viendo los demás comensales, pero ninguno parecía darse cuenta de su existencia. Parecía bastante extraño, era como si ella y Loki estuvieran en una realidad desconocida invisible a los demás.

─ ¿Cómo me encontraste?

─No lo sé. Hay algo en ti que me hace estar pendiente de tu ubicación aunque no me lo proponga. Es extraño...─ el Dios susurró como si lo que contara fuera la conclusión de un análisis exhaustivo. ─Vamos, volvamos al departamento.

─No.

─ ¿Qué dijiste?

─Que no. Vete tú. Yo no quiero estar contigo. Quiero que te vayas de mi departamento.

─No puedes... ¿Es una broma, verdad?

─No, Loki. Hablo enserio. No quiero estar cerca de ti, no quiero a un asesino como tú durmiendo bajo el mismo techo que yo─ Alicia dirigió la mirada fija en su taza nueva de café, sintió la incomodidad del Dios y su creciente enfado, pero no le importó.

─No me voy a ir. ¿Asesino?

─Loki, tú eres el responsable de las caídas de los aviones en Washington, no lo niegues.

─No lo niego, lo acepto. Pero se lo merecían.

─ ¡¿Cómo puedes hablar así?! Era gente inocente, niños, que no merecían nada de lo que pasó.

Este cuerpo es un errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora