El encuentro

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La vida es oro y hay que vivirla. Eso es lo que dice la gente, yo no pienso haci. Bueno hasta ahora pienso eso, porque talvez hasta ahora no me a ocurrido nada bueno.

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Una mañana como todas, cambiarte, ir al Colegio, desayu- nar e incluso esperar a que llegue el autobús. Mi vida es aburrida al menos me divierto devorandome libros tras libros.

«¡Ah!, ahora tengo que soportar a los inútiles chicos que van en el autobús» - pienso. Acto segu- ido, cuando al fin hemos llegado al Colegio. Todo mundo baja del autobús, como potritos bebés que intentan alcanzar a su madre. Soy la última en bajar. Me cuesta hacerlo, ya que llevo demasiados libros. Cuando casi voy a llegar al portón, da la casualidad que se me cae el libro de matemáticas, a un charco de lodo. «¡Estoy muerta!» -pienso. Hago todo lo posible por resolver el problema. Pierdo la cabeza por un momento y limpio el lodo con mi falda (se que eso no dará solución al problema).

Acto seguido, suena el timbre ( para cerrar el portón). Me quedo paralizada al resivir dos problemas al mismo tiempo: Uno, resolver el problema del libro y dos, entrar al Colegio, antes de que cierren. Cierran el portón, golpeó para que me dejen pasar. Sin éxito.

- ¡Necesito entrar! - insisto.
No podía faltar ese día a clases, hoy empieza la temporada de éxamenes. Al parecer creo que nadie me oye. Ahora estoy tan furiosa, que podría arrancarles las cabezas a los maestros que me ignoran.

Espero 30 minutos aproximada- mente, nadie sale a verme, haci que me ¡Largoo!. Mientras voy en camino a casa, volteo a ver hacia mi lado izquierdo, ¡Nose si era un sueño!. Me quede encantada con ese jardín, lindas flores: margaritas, rosas, lirios, orquídeas, campanillas, tulipanes entre otras.

Me gusto el paisaje, haci que me fui a lo profundo del jardín. Veo un lugar perfecto para leer: un árbol enorme, donde hay sombra, el aire es perfecto, ni muy caluroso, ni muy frío, y claro el césped se siente suave y algodonoso.

Me siento, me quito la coleta que traigo y dejo que mi rubio cabello caiga en mi espalda. Empiezo a leer mi libro favorito: " El perro extraterrestre".

Acto seguido, oigo un ruido extraño, que proviene de un arbusto esponjoso.

- ¡ Pero que ternura eres!- le digo a una tierna ardilla. Acto seguido, veo que ella se direje hacia un gran conjunto de arbustos, hago lo mismo y la sigo.

- ¡¿ Qué diablos es eso?!- digo frunciendo el ceño.

Esa cosa que vi, era más extraña que la verruga de mi abuela. Era un espejo de unos 1.60 m, de largo y de ancho medía como 30 cm. Me acerco, sigilosamente a el. Me da ansiedad por tocarlo, «Lo tocaré»- pienso.

Después que lo hago, veo que un azulejo se aproxima en un aterrizaje brusco, haci que reacciono rápidamente y me hago a un lado. Acto seguido, la inofensiva ave, entra en el espejo y desaparece. -¡ Woow, que rayos fue eso! - pienso.

No lo pienso, e imito lo que hizo el azulejo. No resisto a controla- rme y entro al espejo mágico.

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