En mi sueño yo estaba parado en un lugar realmente extraño. Parecía una pared, que separaba dos mundos. Uno era negro, completamente oscuro. El otro era blanco luminoso.
Yo, por mi parte, tenía en mis manos una gran espada de oro con una empuñadura de plata incrustado con joyas. El arma llegaba a medir un metro y el mango parecía ajustarse perfectamente a mi mano. De repente sentí que algo se movía detrás mio,y me giré para verlo, lo que resultaba realmente difícil, ya que parecía que estaba moviéndome en un tarro de miel. Logré darme vuelta, pero no vi nada. De pronto me cayó algo desde arriba y me desperté.