Escena I

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SOSIA: ¡Qué hombre hay en el mundo más osado que yo!, ¡o quién es más confiado!,

que conozco las costumbres de los mancebos desta tierra y voyme sólo de noche por aquí. ¿Qué haríahora yo si las tres guardas de la ciudad me metiesen en la cárcel, yde allí me sacasen por la mañana y me diesen cien azotes? ¡Yo nopodría decir de mi causa! ¡Ni en mi amo hallaría socorro! ¡Nihabría hombre que no me juzgase por culpado! Y así como en unayunque descargarían los azotes, en el triste de mí, ocho valienteshombres. Así que en cabo de mis jornadas yo sería hospedado enposada pública. El descomedimiento de mi amo me hizo esta fuerza;que sin valerme excusación me dio priesa para enviarme de nochedesde el puerto donde él queda. ¡Como si de día no me pudieraenviar! Esta servidumbre, dura cosa es, sirviendo a hombre rico. Ytanto es más desventurado el esclavo cuanto más es rico el señor.Porque todas las noches y los días sin cesar, jamás en dicho o enhecho, siempre hay buena obra con que nunca huelgues ni descanses. Cael hombre rico, como no sabe qué cosa es trabajo, con cualquierfatiga que a hombre le venga de lo que él manda le parece queabsolutamente lo puede mandar y que es cosa justa que se haga. Nocura él de ponderar el trabajo que de allí se sigue, ni de pensarsi es cosa justa o injusta que lo mande. De manera que en laservidumbre se requieren muchos agravios, y es menester que se llevey se sufra con gran trabajo.

MERCURIO: ¡Con mayor razón me podríayo quejar hoy de la servidumbre que no éste;

pues que he sido libre. Y éste sequeja della siendo padre de servidumbre porque nació esclavo, ynunca supo qué cosa es libertad. Yo agora esclavo soy hecho como él.

SOSIA: Agora me viene al pensamiento,que yo haría mejor viniendo de tales jornadas, en dar gracias a losdioses por las mercedes que me han hecho y adorarlos, que no enblasfemar y quejarme de los agravios de la servidumbre. Siquieraporque no me den, según mi merecido, otras tales gracias como yo leshe dado, echándome algún hombre mano que buenamente me quebrantelas muelas, porque soy ingrato y olvidadizo de los bienes que mehicieron.

MERCURIO: Éste hace lo que no suelehacer el vulgo, que conoce su culpa y su

ingratitud.

SOSIA: ¡Hanos venido tanto bien cuantoyo nunca pensé, ni otro alguno de los ciudadanos que nos viniera!:que volviésemos salvos a nuestras casas, nuestros enemigos vencidosy tornasen a la patria nuestras huestes vencedoras, habiendodesbaratado una gran batalla y muertos los enemigos todos; que muchasamargas mortandades habían hecho en nuestro pueblo tebano. Combatidasu ciudad y vencida por la fortaleza y virtud de nuestros caballeros,y mucho más por la industria y gobernación de mi señor Anfitrión;el cual, después de la victoria repartió a los suyos el despojo ylas heredades y bastimentos; y al rey de Tebas, Creonte su señor,aseguró y confirmó su reino. E agora como desembarcó, envíamedelantero a su casa desde el puerto donde él se queda esta noche,para que yo cuente a su mujer cómo ha gobernado su hueste, como buencapitán y buen emperador y buen gobernador. Quiero desde agorapensar en qué manera ge lo tengo de proponer cuando allá llegare.Si dijere mentira, haré lo acostumbrado, porque cuando ellos máspeleaban, más huía yo; mas

fingiré como que estuviera presente ala batalla y contaré no lo que vi, sino lo que oí. Quiero consultarprimero conmigo el estilo y las palabras con que me conviene hablar;así tengo de proponer al comienzo: "Señora, cuando allállegamos, Anfitrión escoge tres varones principales de los mejoresde la hueste y envíalos por embajadores a los teleboyanos. Lasentencia de su embajada es ésta: 'que si quisiesen sin fuerza dearmas y sin rigor de batalla entregar lo que nos han robado y a losmismos robadores, y restituir todo lo que nos han tomado, éllevantaría dallí luego su ejército y le volvería a sus casas y,alzando la hueste tebana de sus campos, a ellos les sería dada todapaz y sosiego; y cuando otramente lo quisiesen hacer teniendo ánimode pelear y no dar lo que se les pide, que protestaba con granfortaleza y por las armas de combatilles su ciudad'. Como estascosas por orden, nuestros embajadores dijeron a los teleboyanos. Losvarones magnánimos, confiados en su virtud y soberbios con susfuerzas, maltratan a los nuestros con mucha ferocidad y responden:'que ellos podrán defenderse así y a los suyos por la batalla, yque por tanto les requerían que luego a la hora levantasen elejército y le sacasen de todos sus términos'. Recontada larespuesta por nuestros

Anfitrión, de PlautoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora