Capítulo 1

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—Gricel cariño, ya baja a desayunar —grito mi madre.

—Espera, ya voy—le respondí.

Mire el reloj por enésima vez y me di cuenta que solo faltaban 15 minutos para que pasara el autobús de la escuela. Baje rápidamente y me dirigí hacía la cocina donde se encontraba mi madre.

—Oye mamá, puede que hoy llegue tarde a la casa —dije dándole un beso fugaz y casi yéndome de ahí.

—Jisel, solo no te metas en más problemas, ya basta con los que tienes para que tengas más y ahora sí te expulsen ¿Bien? —dijo mi madre, ya que es seguro que se imagine que haré alguna travesura puesto que me conoce muy bien. 

Salí corriendo de mi casa rumbo a la parada del autobús, cuando me tope con alguien más alto que yo, lo mire de pies a cabeza inspeccionando lo, al parecer no lo había visto por el vecindario, a de ser el hijo de los nuevos vecinos.

—¿Que tanto me vez enana? —arrugue mi entrecejo ¿quien se cree que es para decirme enana?

—Tu hermosura, eso veo  —dije rodando los ojos, él por un momento se quedó pensativo hasta que abrió su estúpida boca.

—¿En serio? 

 —Claro que no, idiota. Y sube ya al autobús si no quieres llegar tarde a la escuela —se dio la media vuelta y empezó a subir. Yo iba detrás de él, todos ya teníamos prácticamente un lugar asignado y nadie se podría sentar en un lugar que no fuera suyo sino habrían serios problemas, pero al parecer el nuevo no lo sabía y casualmente se sentó en mi preciado lugar junto a la ventana. Solo yo era la única que se sentaba sola; claro, nadie se quiere sentar con la chica sarcástica del instituto. En fin, ese lugar es solo mío, y de nadie más. 

Todos al notar que aquel chico había puesto su trasero en mi lugar gritaron, "hooo", y es que esto no se iba a quedar así, solo yo me siento en ese lugar. 

  —Quítate, de mi lugar ¿bien? —dije señalando hacia donde él estaba sentado.

  —¿Aquí? —Preguntó incrédulo o más bien dicho burlonamente. 

  —No estúpido, mi lugar es el último del autobús, por eso te estoy reclamando que te levantes de ahí  —hable rodando los ojos y quitándome un mechón de la frente.

 —Pues vete a tu lugar —respondio con una sonrisa arrogante, de esas que te dicen "soy el mejor tu no"

—En serio, quítate de mi respectivo lugar ahora mismo  —no me hizo caso, así que le hice una seña a Roberto para que lo venga a quitar de mi lugar. Roberto es el encargado de los lugares, y si te sientas en un lugar que no es tuyo te levanta a como dé lugar, pero te levanta. 

—Oye estúpido, levántate de ese lugar que no te pertenece —el chico seguía sin moverse, ni siquiera volteo. Entonces Roberto hizo que el volteara bruscamente agarrándolo de la barbilla, este se enojó y le quitó la mano de inmediato, al parecer esto era el inicio de una pelea.

 —Solo muévete de mi asiento por favor —hable. Me quedo viendo unos segundos y asintió. Se paro gracias a Dios y me dejo pasar, me senté del lado de la ventana y el del otro lado, claro ya no había más lugares y pues ni modos.

Después de eso el chofer arrancó el autobús y no tardamos mucho en llegar a la institución. Él bajo primero, yo espere hasta que todos bajaran para después salir. 

Al terminar de bajarme me fuí directo a mi casillero sin hacer caso de lo que hablaban de mí las chicas que creí que eran mis amigas anteriormente. Ellas eran mis mejores amigas, las quería como hermanas. Pero como todo principio tiene un fin, nuestra amistad se acabó de la noche a la mañana y desde ese día he estado sola, no me acerco a las personas por miedo a que me vuelvan a traicionar por que después de que nuestra amistad se acabara ellas estuvieron diciendo cosas horribles de mí, por lo que hubo un tiempo en que nadie se me acercaba. Pero poco a poco fui superando todo, y no tuve la necesidad de cortarme ni algo parecido a eso como muchos hacían cuando se encontraban en situaciones parecidas al caer en depresión, además siempre he pensado que eso es algo innecesario. Ya que siento que es un cuento de nunca acabar. Te cortas, luego lo superas y las cicatrices no desaparecen lo que eso te recuerda por lo que estuviste llorando alguna vez y recordarlo deprime lo que ocasiona que te vuelvan a dar ganas de cortarte. 

Chica SarcasticDonde viven las historias. Descúbrelo ahora