"Si quieres conocer a alguien, no le preguntes lo que piensa sino lo que ama"

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Ring, ring, ring- ¡maldito despertador!- me desperté sobresaltada y tomé el despertador- ¡calla, ya estoy despierta!- golpee varias veces el despertador con el puño pero al parecer se atoró así que salí a la cocina con él en las manos, accioné el triturador y lo lancé- eso es por arruinar mi beso con Peeta- me sentí aliviada porque al fin había dejado de sonar.

-Cinzia ¿Qué haces?- era mi madre que se encontraba con su habitual bata de seda color vino tinto, casi del mismo color de su barniz de uñas y su cabello- casi despiertas a todo el vecindario- abrió sus ojos y comprendí que exigía una respuesta.

- Es que se ha estropeado y no lo pude silenciar- le dije con un tono muy indefenso señalando los restos del ahora difunto despertador. Al decirle eso mi madre se acercó a mí, tomó mi mano y muy cariñosamente (nótese sarcasmo)me dijo- ¡NO ES EXCUSA PARA TRITURAR AL POBRE!, anda ve a bañarte, te espero para desayunar-

Luego de una magnifica ducha voy a mi armario y tomo unos vaqueros algo desgastados, una blusa ceñida color verde y una cazadora negra. Bajo a la cocina donde encuentro a mi mamá preparando el desayuno.

-¿Por qué no te has peinado tus azules cabellos?- conozco lo suficiente a mi mamá como para saber que se refería a que nunca, desde que me tinturé, le ha gustado el color que elegí para mi cabello.

-Ma, ya para, sé que no te gusta el color que elegí pero no por eso tienes que decírmelo a cada momento en que tienes oportunidad-.

-Lo lamento- dijo- es que tú sabes mi opinión sobre esos colores- arrugó la nariz un poco- pareces un arcoíris- dijimos al mismo tiempo.

-siéntate y desayuna que se te hace tarde para la escuela-.

Al llegar a la escuela todo fue diferente, mis amigas no estaban como habitualmente me esperaban, miré mi reloj y me di cuenta de que había llegado tarde- mierda- corrí al salón de lengua.

-Buenos días profesor- miré al profesor Rodríguez o "Rodrigay" como le decimos, tenía cara de pocos amigos y al parecer interrumpí su clase.

-Buenas tardes señorita- dijo- nuevamente tarde. Si no quiere que la eche de mi salón, por favor siéntese en su silla y saque el libro de español. Alargó la mano en una seña de que tomara asiento.

-Ni modo de que tomara el de física- dije a regañadientes, trataba de que fuera para mí misma pero fracasé, el profesor me miró.

-¿Qué ha dicho señorita?- se acercó a mí y su cara me intimidaba hasta lo más profundo de mi ser, lo más hondo de mis huesos.

-He dicho que olvidé el libro de física, ¿Por qué la pregunta? ¿Qué acaso no escuchó bien? ¿Necesita una cita médica?- lo miré con una cara intimidante y avancé hasta mi lugar, el profesor estaba rojo de la rabia y la vergüenza.

El resto de la casa fue -en pocas palabras- un reverendo asco excepto por Mon, un chico muy popular, de ojos claros como el agua de un manantial y un cabello tan negro como el mismo color y lo único que detesto de él es que hace que se me salga lo cursi al hablar de él y su actitud, es muy arrogante y cree que es superior- aunque si lo es- juega en el equipo de basquetbol y es el capitán como cualquier chico popular.

Toda la clase estuve como mensa viendo a Mon que en un descuido volteó a verme, yo giré mi cabeza con tal fuerza que tumbé mi mesa y me fui de para atrás.

-¡hay que torpe!- me dije para mí misma o eso creí porque en verdad lo dije voz alta, lo único bueno de ese momento fue que Mon se acercó a mí.

-¿estás bien?- preguntó con una sonrisa en su cara, se veía que estaba aguantado la risa pero sentí que mi corazón dio un vuelco y quería salir de mi pecho al igual que mi estómago y el desayuno que preparó mi madre.

-E...estoy... ¿bien?-contesté muy nerviosa e insegura aunque mi amigo Calvin llegó en ese momento.

-Mon, quita tus manos de orangután de Cinzia, la vas a lastimar, anda ve y sigue con tu vida que yo la ayudo-en ese momento quise tomar a Calvin con mis manos y separarlo en dos.

-ya, ya, Calvin, quita tus manos de mí, yo puedo sola-pasé mi mirada a Mon- Mon, lo lamento, es que mi amigo es muy sobreprotector.

-no lo he notado- dijo él alzando sus brazos en señal de desesperación- sabes, tranquila Cinzia, no es nada.

Toda la mañana estuve recordando lo que me dijo Mon- <<Tranquila Cinzia>> ¿cómo es que sabe mi nombre?

-¡Cinzia!- gritaron mis amigas acercándose a mí- ¿por qué esa cara de culo?- yo voltee a ver a Catalina que fue la que dijo eso.

- pues porque se parece mucho a la tuya - le contesté y le di un abrazo- sabes que te amo-.

-yo también- correspondió el abrazo.

- bueno cuenta ya- preguntó mi amiga Mary muy entusiasmada- ¿por qué estás tan feliz y en las nubes? ¿Qué has hecho?-.

- no he hecho nada- dije- es tan solo que Mon me ha hablado- mi cara parecía una de esas calcomanías de "carita feliz" excepto por el tono amarillo de la piel, el mío es moreno muy claro, del resto todo era igual.

-¿qué te ha dicho el superhermoso de Mon?-preguntó Guadalupe.

-me ha llamado por mi nombre, no lo puedo creer, sabe mi nombre- en eso momento todas me voltearon a ver con la cara como si les hubiese dicho una estupidez.

-pues claro bobita- dijo carolina en tono de retraso- están juntos desde tercer grado, es imposible que no sepa tu nombre.

-tienes razón, como siempre, me duele admitirlo- dije con una cara pesarosa y como si me hubieran dado la noticia de que mi gato murió aunque eso es imposible porque no tengo gato.

-lo sé amiga, lo sé- Catalina movió su rubio cabello en una seña de superioridad y todas reímos al tiempo.



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