Capítulo 2

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Ya es de mañana, los pajaritos brillan, el sol canta y no, no estoy drogada.

Ha pasado ya una semana desde que me enteré que me iba a los Estados Unidos. La semana pasada transcurrió de manera normal, mis amigos me despidieron con una fiesta, mi mamá me llevó a comprar ropa y otras cosas más. Ahora caminamos por el aeropuerto con mi mamá, mi tía, mis primos y Anto, quien vino a despedirme por última vez. El vuelo a EE.UU está a punto de partir, mi madre a llorado como desquiciada desde que partimos de casa y no la culpo, soy su única hija y también era quien la acompañaba en la casa. Según lo que me ha dicho, mi tía y ella van a vivir juntas para acompañarse una a la otra. Nos detuvimos un poco antes de llegar a la plataforma, mi mamá me abrazó al igual que la tía Rosa a los chicos.

—_____, te voy a extrañar. —dijo mi madre abrazándome más fuerte.

—Yo también, mami. Te amo.

—Yo también, hijita —me dio un beso en la frente.

Giré sobre mis talones para ver a Antonella, quien tenía lágrimas en los ojos.

—No llores, Anto —dije y la abracé—. No nos vamos a separar para siempre.

—Lo sé —dijo ella correspondiéndome el abrazo—. Te voy a extrañar, perra.

—Yo también, zorra.

—¿Hermanix por siempre? —pregunta, en tono de niñita.

—Hermanix por siempre —confirmé yo. Hermanix era como nos decíamos de chiquitas, ahora eso cambio por "zorra y perra" o "prostituta barata y prostituta cara". Apodos sucios, pero con cariño.

—Pasajeros del vuelo 511, favor de pasar por la plataforma. —anuncia una voz casi igual a la de Dora la exploradora, pero con flema.

—Es el nuestro —informó Carlos.

—Adiós, chico —se despidieron mi mamá y tía Rosa al mismo tiempo, nos dimos un último abrazo grupal, incluyendo Anto, y los tres subimos a la plataforma.

Ya en el avión, nos tocaron tres puestos juntos, obviamente, todos queríamos el puesto de la ventana, así que civilizadamente cada uno dijo por qué debería sentarse en la ventana:

—Yo debería sentarme, ya que soy el más sexy de los tres. —dijo Carlos en modo: soy sexy y lo sé.

—Yo debería de estar al lado de la ventana ya que mamá y tía Nathalia (mi mami) me dejaron a cargo —dice Andrea con tono de superioridad.

—Y yo voy a sentarme en la ventana porque si no le diré a tía Rosa que tú —señalé a Carlos— reprobaste seis de doce asignaturas en la escuela y tú —señalé a Andrea— le diré que ya no eres virgen.

—Es tuya, _____ —los dos cabizbajos. Yo sonreí victoriosa y me encaminé hacia el puesto de la ventana.

En realidad me hubiese dado igual si quedaba en la ventana o no, es solamente porque me gusta molestarlos. Los únicos primos que tengo son ellos y son como mis hermanos ya que nos criamos prácticamente juntos; mi madre y tía Rosa son hermanas gemelas, son inseparables, a donde va una, va la otra, tal y como lo éramos Antonella y yo. Recuerdo que siempre nos metíamos en problemas. En su cumpleaños 13 destruimos su pastel de cumpleaños porque una cucaracha voladora —la cual resultó ser una serpentina arrugada de color marrón—, cayó sobre el pastel y Anto pegó un grito de aquí al cielo por la supuesta cucaracha. Sin darme cuenta, una lágrima se resbaló por mi mejilla seguida de una sonrisa. Éramos el terror cuando nos juntábamos. De repente siento que alguien me toma fuertemente de la muñeca, giré para ver quién era y me encuentro con Andrea, que estaba sudando y temblando.

Al Estilo De Disney Channel [Corey Fogelmanis y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora