La señorita Elizabeth... Ohh, que podía decir Sebastian sobre ella.
Su personalidad no le desagradaba. Contrariamente a lo que se podría pensar, a Sebastián le interesaban las personas como ella, le gustaba interactuar con gente con la personalidad tan contrariada. Era una de las razones por las cuales actuaba amable con ella. Sobretodo después de...
Debió haberlo notado antes. Su alma era dulce y empalagosa, mucho para su gusto habitual (aunque no le era desagradable, habría sido un gran postre). Pero, siempre había notado una pizca de algo... algo que no cuadraba allí. Una pizca... picante.
Como de un secreto guardado, una... fortaleza interna.
Digna prometida de un conde.
Y sin embargo no podía evitar.
Tenía que contener un resoplido al pensar en ella.
¿La razón? Simples y vulgares celos.
Celos posesivos por supuesto. No soportaba que su amo no pudiera dejar de apreciar a la mocosa. No soportaba como la susodicha distorsionaba su cena estando cerca.
Elizabeth era alguien importante para Ciel. Sabía esto perfectamente. y aceptarlo era su única opción. Porque Elizabeth era parte de ese pasado, ese adorado pasado, que no importaba lo mucho que su joven amo lo negará, este lo extrañaba. Ella era el nexo con su pasado.
Cada que la señorita Elizabeth se acercaba a su joven amo, su alma se volvía tibia, recordaba felicidades pasadas, se tornaba empalagosa.
Fastidiando su trabajo.
Tampoco era tan grave, era algo momentáneo, pero aún así, odiaba cuando esto sucedía.
En resumen, odiaba que Elizabeth se acercara a Ciel.
Pero no podía evitar sentirse contradictoriamente feliz.
Eso relajaba a su joven señor y le daba energías para continuar; como si ella fuera un bálsamo para su alma. Después de todo, la presencia de la mocosa no arruinaría el platillo perfecto.
Entonces ¿qué le molestaba realmente? Era una pregunta que daba vueltas en su mente.
¿Por qué odiarla si su personalidad no le era desagradable, y no le hacía ningún daño permanente a Ciel?
La respuesta era clara, la chica lograba que todo mundo se exasperara.
En medio de su meta de hacer feliz al joven, arrastraba a todo el mundo con ella, y eso como regla general terminaba siendo más trabajo para él.
Sí, la odiaba porque era irritante y fastidiaba su trabajo.
Con resolver eso estaba bien. Sebastián no tenía interés en buscarle la quinta pata a algún encantador minino. Sebastián no quería buscarle la quinta pata a algún encantador minino.
Sólo se sentía contento con guardar la certeza de que odiaba profundamente a la señorita Elizabeth.
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Demon » Kuroshitsuji yaoi.
RandomRechazando corazones, tirándolos a un lado sin un lugar a dónde ir... Definitivamente no llegarás a ninguna parte. Así que, Ciel. Sabiendo eso, ¿harás lo mismo con este horrible corazón? [SebasCiel]