8: Relajación

167 18 5
                                    

Maletas hechas. Llenas de ropa y cosas que necesitaba para el pequeño viaje. No las había revisado y tampoco había elegido la ropa, pero confiaba ciegamente en Sebastian y su decisión de lo que fuera que estaría vestido durante el domingo y tal vez, el lunes. Solo tal vez, su estancia se prolongaría. No podía ser malo, no había razón para que Sebastian le hiciera vestir ropa fea. Pero si fuese el caso, comprar todo un armario nuevo no sería para nada un problema.

Llamó a Sebastian para que lo ayudase a abrochar los cordones que hace un momento se habían soltado. El mayordomo se agacho, con total naturalidad e hizo su labor. Luego, subieron a sus transporte y partieron.

Por lo que Ciel tenia entendido, era simplemente un pequeño retiro a una casa en las afueras de la ciudad, pequeña pero cómoda. También le había confiado eso a Sebastian. Ni siquiera iba intentar estresarse por saber a que lugar iban a ir o como era realmente. Simplemente dejaría las cosas en manos de su sirviente ese día. Que todo lo que sucediera fuera a elección de él.

El viaje no duró mucho, solo una hora y media. Tiempo en el que se dedicó a mirar por la ventanilla y a observar de vez en cuando a Sebastian. Y a ver sus ojos, eran raros. Pero con un ojo como el suyo, realmente no podía decir que los ojos de su mayordomo eran raros.

Sebastian bajó las las maletas mientras el miraba el lugar. Era realmente lindo. Había un árbol enorme que desconocía justo al lado de la casa. Mientras que la casa se veía acojedora por dentro y por fuera. Tenia una gran chimenea, sillones cómodos y las piezas eran amplias. Y aún que no lo admitiera, le hubiese gustado compartir la habitación con Sebastian.

Se preguntó que irían a hacer ahí. Después de todo, sólo se había alejado de su mansión en dónde estaba todo el tedioso papeleo y documentos que firmar. Pero ahí no veía mucho que pudiese hacer. Dar vueltas tal vez, o contar las cosas, quizás podría convencer a Sebastian de que le prepara un pastel o un postre simple con chocolate antes de almorzar.

Así que eso hizo, fue a la cocina dónde estaba Sebastian y le observó.

Estaba preparando algo. No lograba ver mucho debido a su baja estatura... Pero suponía que era el almuerzo.

–Joven amo, espiar a la gente no es de buena educación.- Pronunció el mayordomo sin despegar los ojos de lo que estaba preparando.

–Estoy aburrido. Simplemente quería algo que hacer, o mirar.- Abrió por completo la puerta de la cocina y comenzó a observar lo que había, hasta que llegó al lado de Sebastian. Olía bien.

–Como puede ver, preparo el almuerzo.- Sebastian seguía en lo suyo, mientras Ciel miraba las ágiles manos del mayordomo en acción. Solo lo observaba. En parte estaba relajado, pero seguía pensando que ahora mismo podría estar siendo productivo.

En cambio estaba haciendo nada. Y no le agradaba del todo.

No le gustaba la sensación de no tener nada que hacer. Lo hacía sentirse vacío y inútil. Él no era ningún inútil.

Decidió ir a dormir al sillón del salón. Simplemente cerró los ojos y se dejó llevar. No tenía nada de lo que preocuparse ahora. Todo estaba bajo control. Podía confiar en Sebastián.

Despertó horas después al sentir que algo lo observaba. Abrió los ojos rápidamente y se encontró con los ojos de Sebastián mirándolo fijamente a poca distancia. Se acomodó en el sillón percatandose de que ya no llevaba la ropa con la que había llegado a esa casa. Ahora estaba en pijama y tapado con algunas mantas. ¿Su mayordomo lo hizo? Bueno, no había otra persona aparte de ellos dos así que sólo pudo haber sido él.

Sebastián ya lo había visto desnudo antes. Sin embargo ahora se sentía tan diferente. Aún más sí lo miraba de aquella manera, como si fuese algo digno de admirar.

—¿Qué crees que haces? – Dijo Ciel con un tono de voz calmado. No había nada por lo que alterarse. Al menos no todavía.

—No estaba seguro de que él jóven amo respirara, así que quería asegurarme.

Ambos siguieron mirándose fijamente. De pronto, Ciel sintió la necesidad de acercarse aún más a su mayordomo. No supo porqué, simplemente fue un impulso.

Y así sus labios se unieron en un pequeño beso que duró unos segundos. Luego de eso Ciel, desconcertado, salió corriendo de ahí hacia su habitación.

No sabía que estaba pasando.
Pero, tal vez le gustara.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 08, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Demon » Kuroshitsuji yaoi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora