Disculpa la tardanza, Fabián, pero por desgracia debo informarte de que han puesto, los Censores Mayores1, en su punto de mira a vuestra compañía de mensajería -Correos- y han triplicado el número de Gusanos2 que revisan los mensajes mandados desde España al extranjero, y especialmente si van dirigidas al núcleo de la dictadura censora, Coreas Unidas.
Tu carta, según el sobre, databa de junio -con el día borrado- y me hallo respondiéndote a finales de noviembre, lo cual nos asegura un retraso de unos cinco meses, por lo cual la tortilla de patatas que me enviaste en un tupperwear ha llegado algo enmohecida, y como mota que ha colmado el vaso, adjunta a la carta encuentro una nota estadística donde se me suelta el rollo de que han sido eliminadas el sesenta y nueve por ciento de las palabras. ¿Sabes lo que he encontrado al desdoblar el papel? Pues, no ha sido otra cosa que, o bien un queso rallado, o bien un vaquero borracho que cabreó a Billy El Niño y fue convertido en un colador tras tragar el plomo de su revólver.
En fin, que a partir de ahora usaremos uno de los halcones de mi tío Kamagwi3 para el transporte de nuestro correo; se llama Cenizo y solamente tiene una pata, cuando quieras que se marche con tu carta, solo dásela junto a un poco de maíz y en setenta horas la tendré aquí.
Censores mayores1: líderes del Imperio Censor que se encargan de castigar la posesión o creación de obras que contengan sexo, violencia o homosexualidad -ya sea explícita o insinuada-.
Gusanos2: becarios sin sueldo de los censores, los cuales suelen ser asesinados y tratados como esclavos.
Kamagwi3: viene del coreano Kkamagwi y viene a significar cuervo.
Déjame reiterar, una vez más, mis disculpas y acompañarlas de una respuesta positiva a tu idea de visitarme, pues serás totalmente bien recibido, ¿vendrás pronto? Porque cuanto antes, ¡mejor!
Guau, llevamos desde dos mil cuarenta y uno hablando, ¡y de eso hace ya tres años! Como en el resto de mis cartas, de nuevo te doy las gracias por esta sana amistad. Aquí no hay niños, pues mi madre fue una pionera en lo de formar una familia feliz en Sangseonbi4, puesto que llueve ácido y las nubes son puro CO2. Vamos, que es como sacar a pasear a tu Gold Terrier, Terry, en un descampado hasta arriba de condones usados y botellas rotas de esa cerveza barata que bebéis allí (¿Cruzcampo? ¿Alhambra?)
Cuando vengas chocaremos esos cinco, pillaremos unas navajas y comeremos setas -recogidas por nuestras propias manos- en los fogones de una titilante hoguera de campamento, mientras los búhos nos cantan relatos de terror sobre niños perdidos y lo desconocido más allá del hogar, dulce hogar.
Ahora bien, permíteme explicarte cómo rula el rollo por estos lares: vivir en Sangseonbi hace que uno se adapte y ponga la mal tiempo buena cara -o, en su defecto, que pierda la cabeza y se funda con la naturaleza-, y es que las lluvias no son cortas ni llevaderas, sino densas -cuatro horas- y aburridas; solamente se detienen en franjas, llamadas Goldeus Sigyes5 que suelen albergar desde unos tenues quince minutos, hasta un largo par de horas que no da libertad para salir a explorar y descubrir las maravillas ocultas en las afueras de la ciudad.
Te encantará tanto como a mí oír las historias traídas del exterior por bravos buscadores de la verdad, los cuales llenan nuestro paisaje con un símil a una exploración arqueológica.
Sangseonbi4: se traduce del coreano como "lluvia ácida".
Goldeu Sigye5: de traducción similar a "Hora Dorada".
Un tufillo onírico hará arrancar de tus omoplatos dos majestuosas alas, las cuales te llevarán en una cama de nubes, y cogido de la mano con firmeza, a una senda arcoíris de místicas leyendas tan reales como tú o yo.
Nada más llegar deberás escuchar mi historia favorita, la cual siempre ha marcado mi personalidad con optimismo y ha atraído mi atención como si fuese un anuncio de lencería o pizza; siempre la ha contado mi tío, Bam Hyeseong6, cuando mi madre no estaba en casa -pues, si llegase a oírlo contándomela, posiblemente lo castraría- . En ella se explicaba la desaparición de mi padre, Naj Hyeseong7.
Era un doce de febrero y el año dos mil treinta y cuatro había entrado a gatas, empezando a dar sus primeros pasos. La media anual solía medir las Goldeus Sigyes con hora y media, pero en ese momento una anomalía medioambiental las hacía llegar hasta las tres -e incluso cuatro- horas.
Cuando llegó la Baegeum Sigye8-una aberración inexplicable que alargó el tramo entre lluvia y lluvia hasta las seis horas- y esa mañana la expedición de "Los increíbles hermanos Hyeseong" aprovechó la oportunidad para descubrir lo que escondían las costas.
Mi madre, Kanalia9, me miró con un pañuelo lleno de lágrimas y mocos en la mano izquierda y un cucharón con helado de vainilla en la derecha, diciéndome unas palabras duras y que no logré entender; hasta que descubrí mi amor por los libros, devorando media biblioteca en la capital, Teobin10.
Bam Hyeseong6: nombre que se traduce como "Cielo Nocturno".
Naj Hyeseong7: nombre que hace la contra a su hermano Bam y se traduce como "Cielo Diurno".
Baegeum Sigye8: se podría traducir como "Hora Platino".
Kanalia9: se traduce del coreano como "Canario".
Teobin10: se traduce del coreano como "Turbina".
-Ingkeu11 -musitó con la mirada perdida en la empañada ventana y la mano tapándole la ensangrentada, por morderse el labio, boca-, ¿sabías que antes la gente hacía turismo yendo a las costas? -preguntó retóricamente-. Pero, ahora, no son lugares donde clavar sombrillas -algo similar a techos individuales para sol o lluvia, según mi madre- y hay dos tipos de personas de personas que visitan esas zonas: gente sin alma buscando fundirse con la naturaleza, o exploradores temerarios -esto último en referencia a mi padre, con un énfasis que llegaba al odio- Tu padre es un suicida... ¿Acaso no entiende que no volverá? -dijo en un hilo de voz, en busca de falsedad en sus palabras para, luego, ver como se cumplirían.
Por suerte, Bam me dio unas palmaditas cuando le pregunté por papá aprovechando que mamá estaba trabajando en el bar, y negó que estuviese muerto. Me narró cómo él se ha ido, pero muy lejos de donde mamá cree; no está enterrado bajo el mar o derretido por el ácido, él encontró aquel libro titulado Almacén de Pangea12 y, él, pidió que regresaran las estrellas. Así, una cortina de astros se abrió y lo ascendió al legendario lugar conocido como Akadia, donde habitan los que alguna vez liberaron algo atrapado entre las páginas de esta novela.
Si te decides a venir, te recomiendo cruzar en barco el Estrecho de Gibraltar, y una vez en Marruecos puedes coger el Tren Hawk que cruza toda África por Egipto, dejándote en la frontera con Asia, donde puedes montarte en el Gran Bus de Marfil, un elefante -coloso blanco- que te dejará en Coreas Unidas y, allí, te esperará el Metro Mol (pondré un tique digital a tu nombre, no tendrás que comprarlo), el cual te traerá directamente a mi ciudad. ¡No olvides pararte en Sangseonbi!
Ingkeu11: se traduce del coreano como "Tinta".
Almacén de Pangea12: libro sagrado, de existencia real o ficticia, donde se guarda todo lo que se ha perdido alguna vez y está encerrado en sus páginas esperando escapar.
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Croma
FantasyHacía ya veintidos años desde el asesinato de Kim Jon-un que desató la Tercera Guerra Mundial y solamente siete desde que terminó; tras el llamado Tratado de Seúl, realizado en el 2037, ambas Coreas -Norte y Sur- se unificaron en una única nación de...