Capitulo 1: Y me pregunto... ¿Por qué?

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Hace ya 17 años desde que mi madre murió. Siempre supe que moriría, ya que su trabajo era arriesgado, pero... ¿Mi madre? ¿Morir de esa manera? Era inaceptable aquella situación. ¿La razón por la que pensaba que mi madre iba a morir por ser policía? Es fácil. Esas ideas me las daba la persona que más odio y odiaré en este mundo: mi padre. El la torturó. El le quitó la vida con ese puto libro, con esa bañera, con esa... muerte.
-Oye, Nerissa. Debes controlarte. Mirate... los nudillos los tienes hechos polvo.
Si... Derek y sus consejos. No sabía controlarme. Desde la muerte de mi madre, mi dulce carácter desapareció... y me volví muy repelente. La psicóloga siempre me decía... y me sigue diciendo: Eres una cabezona. Cada vez que vienes aquí, me vuelves loca.
-Se perfectamente lo que debo hacer, Derek. No hace falta que me lo recuerdes.
Siempre que alguien me tocaba los cojones... acababa mal. Miraba a todo el mundo con odio, sin querer nada con nadie.
-Te has vuelto muy repelente, Nerissa. Debes dejar de lado lo de tu madre.
Recuerdo la mirada de odio que le eché en aquel momento. Me siento orgullosa de ello.
-¿Dejar de lado lo de mi madre? Mi madre no es lo mismo que Delsin. Ese tio era gilipollas. Mi madre es muy diferente.
Ese puñetazo que me dió en la cara... De una manera o otra, me lo merecía.
-¡Llevamos años, Nerissa, años sin saber una mierda de lo que pasó con tu madre! ¿¡Crees ser la única frustrada?! ¡Pues sigue con tu odio hacia la gente! ¡Vive a tu manera!
Me tocaba la cara con una mano. Me dolía... pero era verdad. En ese momento tenía 14 años... mucho tiempo pensando en lo que ocurrió con mi madre. Ahora tengo 23, a nada de casarme, y sigó pensando en ello, pero... ¿Cómo olvidarte de tu propia madre descuartizad-?
-¡Neriiiiiiissaaaaaaaaaa! ¡Deja ya ese libro andaaaa!
Dejé el lápiz encima de la mesa y me levanté. Me giré para ver quien me llamaba. Era Mashiro, corriendo como una loca con los brazos abiertos. Me dió un abrazo tan fuerte que caí al suelo.
-¡Nerissaaaa! ¡Cuanto tiempo sin vertee!
¿Cuánto tiempo sin verme?
-¡Aagh! ¡Joder, Nerissa! ¡Quitate de encima!
Escuchaba a mis compañeros reirse. La miré extrañada al ver que se había vuelto a teñir el pelo.
-¿Otra vez?-dije.
-¿Otra vez qué?-preguntó.
-Ya van cinco veces en este mes, Mashiro. ¡CINCO VECES! ¿¡Cuántas veces vas a teñirte el pelo?!
-¡¿Te gustaa?! Lo ví en una de las peluquerias de Japón y... ¡Me encantó! ¡Tendrías que haber venido y haberte teñido el pelo, como yo!
-Te vas a Japón dos días y te tiñes el pelo... ¿Quién va a tomar en serio a una policía con el pelo azul?
Ella me cogió del cuello y, con una expresión muy seria, me miró a los ojos.
-Todos.
Un silencio inundó comisaría. Aparté a Mashiro de encima mia y me dirigí a recepción. Todos me miraban, y no tienen razón algúna para que lo hicieran. Allí se encontraba Derek, esperandome.
-¿Has escrito ya lo del psicólogo?
-No-dije, mientras puse mi brazo encima de la mesa de recepción. Los días últimamente eran muy tranquilos. Algo muy raro en esta ciudad. Suspiré.
-¿Algo que hacer?-dije.
-¿Tranquilizar a Mashiro? Creo que es lo mejor que puedes hacer.
-¿Tranquilizarla?
-Está mirando otra revista de peluqueria...
Miré asustada a Derek y moví un poco mi cuerpo para ver a Mashiro. Estaba sentada en su escritorio, mirandose el pelo con un pequeño espejo que tenía.
-Encargate tu de ella, Derek.
El me miró con una cara de asustado por lo que le acababa de decir. Convencer a Mashiro de que no se tiñera el pelo era imposible. Me fui al servicio. Al entrar había un gran espejo.
-Joder... Soy igualita a ella.-me dije a mi misma.
Toqué el espejo. Tenía el pelo corto, por los hombros, del mismo color que el suyo. Lo mismo pasaba con los ojos. Verdes, brillantes, grandes... Soy mi madre pero más joven. Al lado mia, en el espejo, vi un tipo de... persona. Parecía un fantasma, ya que era prácticamente transparente. Me quedé algo asombrada por lo que estaba viendo.
-Corre...
No entendía a lo que se refería hasta que...
-¡AGÁCHATE!
Me agaché rápidamente, poniendo mis manos en la cabeza. Moví mi cabeza hacia atrás al escuchar  un fuerte golpe. En la puerta había un pequeño agujero, y el espejo estaba roto.l. Si no me hubiese agachado, estaría muerta. Una jodida pistolita de mierda me habría matado. Cogí la goma del pelo que tenía en la muñeca y me hice una pequeña coleta. El flequillo que tenía tapaba la frente. Iba decidida. Con pistola en mano, abrí la puerta del lavabo de una patada. Miré hacia ambos lados con mucha tranquilidad. Era malo mostrar los nervios... sobretodo a alguien con un arma. Escuché el ruido de unos tacones. Me dirigí hacia aquel sonido lentamente, para no levantar sospechas. Miré hacia el cuartillo de la limpieza. Se escuchaba a una mujer llorando. No podía reconocer la voz, por muy familiar que fuera. Miraba a mi alrededor y solo había sangre. "Por favor, que no haya pasado nada... por favor..." Me repetía en mi cabeza una y otra vez. Miré mis manos y... estaba temblando. Ya había llegado a la puerta, pero no me atrevía a abrirla. Tenía miedo de que...
-Venga Nerissa, tu puedes... ¡Vamos!
Puse mi mano en el pomo.
-Venga... ¡Que ya casi te has comido toda la verdura!
Tragué saliva. Mis manos temblaban más que aquella vez... Muchísimo más.  "Por favor, por favor, por favor..."
-No ne toqueis los cojones. ¡¿ENTENDIDO?!
Esas palabras...
-¡NO QUIERO QUE ME TOQUES!
Joder, no...
-Vamos, Nerissa, mamá te ayudará. Seguro que aprendes rápido a contar.
Abre la puta puerta, Nerissa.
-No dejes que mueran las personas a las que más quieras.
Cerré mis ojos. Con fuerza apreté el pomo.
-Yo siempre te ayudaré.
Lo giré, abrí mis ojos, decidida
-Venga, solo un poquito más...
Y la abrí.
-Bien he hecho... ¿A que estaba rica la verdura?

Almas PerdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora