Capítulo III | Una disculpa y un interrogatorio

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CAPÍTULO TRES

Una disculpa y un interrogatorio




Logan

—¿Amanda?

La voz de Sandra, la madre de Amanda, se escuchó como un susurro en el pasillo, y el sonido de una puerta cerrándose hizo que finalmente ambos saltaran un poco en su sitio. Ambos jóvenes se separaron rápidamente, sus miradas fijas en la del otro hasta que la cerradura de la habitación de la menor comenzó a moverse.

—Hija, ¿estás bien?

Incluso cuando la madre de Amanda estaba acostumbrada a ver a Logan y a sus hermanos en su casa, y en la habitación de su hija, encontrar a Logan en la misma a un poco más de media noche no era precisamente lo ideal. Logan, sobresaltado por otro par de toques en la puerta, se levantó con rapidez de la cama, se apresuró en llegar hacia la ventana y, tratando de hacer el menor ruido posible, le dedicó una última mirada y una sonrisa leve a la menor, para después saltar con una precisión, y habilidad, recién encontrada hacia el árbol casi convenientemente ubicado cerca de la ventana.

Sin embargo, Logan realmente no tenía desarrollada una habilidad para escalar árboles.

El joven de ojos azules, tan intensos como el mar abierto, perdió el balance y acabó por caer encima de los arbustos que rodeaban el roble, soltando un jadeo de dolor ante el impacto. Incluso cuando la altura desde la cual cayó
había sido considerable y había lastimado una de sus piernas, no se trataba de un dolor que Logan no fuera capaz de soportar, por lo que llegó al porche de su casa sin demasiada complicación. Logan estaba considerando celebrar el éxito total de la visita a Amanda, sin embargo, al acercarse más a la casa, logró contemplar una figura sentada en los escalones que daban hacia la puerta.

Tal vez el sigilo no era precisamente una habilidad que poseía.

Devon levantó la cabeza para mirar a su hermano menos cuando escuchó sus pasos acercarse, Logan en su lugar dejó escapar una maldición por lo bajo.

—Hermano.—murmuró.

Logan no notó el cigarillo entre los dedos de su hermano mayor hasta que el mismo expulsó el humo que estaba reteniendo en sus pulmones.

—¿Desde cuándo fumas?—Logan se extrañó, su ceño frunciéndose casi de manera automática—Parece un poco extraño, ajeno a tu personaje.

—¿Desde cuándo te escabulles de la casa en la madrugada? Parece ajeno a tu personaje.

Touché.

—Devon, realmente no tengo ganas de discutir contigo ahora mismo.—Logan dejó salir un suspiro pesado, acercándome más para sentarse junto a él en los escalones—¿Te parece si dejamos la fiesta en paz? ¿por hoy?

El de ojos verdes sorbió su nariz y le dio otra calada a su cigarrillo antes de ofrecérselo al castaño. Logan miró su mano por un momento para después subir la mirada hasta su rostro, encontrándose con una sonrisa.

—Tengo dieciséis años, Devon...

—Por el amor a— Solamente acéptalo, no te vas a morir por relajarte un poco.

Devon sacudió un poco su mano, como invitándolo a aceptar el cigarro. El peso en los hombros de Logan parecía ser un poco más ligero cuando este soltó una risa leve y aceptó el cigarrillo, sosteniéndolo sus dedos y dándole una calada que hizo que comenzara a toser, cosa que le arrancó una risa al más alto.

—Nada mal, nada mal—negó con la cabeza, volviendo a mirar hacia el frente al tomar el cigarro de regreso.

Logan lo miró solo por un par de segundos antes de imitar la acción y mirar al frente, hacia la casa de Amanda, donde todas las luces se encontraban apagadas. No pudo evitar mantener la mirada puesta en ella, mientras su mente repasaba una y otra vez lo que sucedió varios minutos atrás con la chica que vivía en ella. El castaño cerró los ojos y dejó caer su cabeza un poco hacia atrás, disfrutando de la brisa fría que acariciaba sus mejillas y sacudía su cabello.

Mi Vida Con Ellos  ( PRIMER LIBRO )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora