Querido diario
Me caí en la acera de la casa mientras corría, quería ser fuerte ante papi, pero al ver mis rodillas llenas de sangre un nudo se formó en mi garganta.
Li vino corriendo hacia mi y me cargó al instante, mis rodillas rozaron con su pantalón de mezclilla, y entonces comencé a llorar, ardía demasiado.
“—Joder, Zaynie bebé, por favor no llores, odio ver llorar a mi pequeño tesoro”
“—¡P-papi, me d-duele!”
Besó mi frente e ingresamos a la casa, me llevó hasta nuestra habitación y buscó algunas curitas de ositos, me sentó en la cama de dos plazas y me dijo que esperara ahí.
Buscó alcohol y algodón; yo no quería eso, no.
“—N-no, eso no” dije apartando su mano.
“—Zaynie, papá debe curarte”
Y antes de que pudiera decir algo, el alcohol ya se encontraba contra mi rodilla. Grité de dolor, y nuevamente volví a llorar. Apreté la camiseta de Li y le pedí que pare, pero no me hizo caso.
“—¡L-li, por favor para!” lloriqueé, ya estaba arañando las sábanas de la cama por el dolor que sentía.
Después de unos segundos terminó y colocó las curitas de osos en cada rodilla. Se introdujo en la cama y me volvió prisionero de sus brazos, ambos estábamos envueltos con las sábanas ahora. Papi acariciaba mi cabello y dejaba pequeños besos en el. Sus caricias lograron calmarme.
“—Te amo, papi.”
“—Te amo más, bebé.”