-¡Oye! Hola- se acercó Jack a saludar a su nueva amiga.
Ella se dio cuenta de que era él quien la llamaba, no se sorprendió, ya que hacía más o menos una semana que se quedaban sólo ellos dos, terminando las clases, para platicar. Como de ensueño, creía ella. Después de todo, era ella quien gustaba del pelinegro. Le sonrió a su amiga como diciendo "ahora regreso" y se dirigió hacia él.-Saluda, Giselle- dijo él cuando la tuvo parada en frente. Ella rió un poco y se agachó para saludarlo como él se refería: con un pequeño abrazo y un beso en la mejilla.
Él la tomó de la cintura, obligándola a que se sentara junto a él.
-Vas a quedarte a hacerme compañía hoy también ¿verdad?- sonrió él. Esa sonrisa con brackets y un piercing en el labio inferior que a ella tanto le fascinaba.
-No puedo, tengo clase en la tarde.- respondió ella de igual forma.
-Da igual, no vayas. Te divertirás más aquí conmigo que allá.
- Está bien, pero si repruebo será tu culpa- terminó aceptando, sabía que lo haría. De pronto recordó que su amiga estaba esperándola para ir a la dichosa clase.-¡Oye Karla, no voy a ir, puedes irte si quieres!- la mencionada sonrió emocionada y asintió. Sabiendo lo mucho que a Giselle le gustaba ese muchacho, y si ella tenía que cubrirla con el malhumorado profesor, lo haría.
-¡Esta bien, nos vemos después!-Así esta mejor, ahora vamos a divertirnos- dijo Jack cuando volvieron a quedarse solos. Se levantó, tendiéndole la mano a la chica, quien la tomó de inmediato.
Dos horas se le pasaron volando a Giselle. Se la habían pasado caminando por la preparatoria, riendo de cosas sin sentido. Descubriendo que tenían los mismos gustos de música, y que el cumpleaños de él era exactamente dos días después del de ella.
Dos horas encerrados en un salón abandonado, tratando de invocar a un supuesto demonio con un jueguito que se había puesto de moda.Todo era tan..... perfecto. Para ambos, eran como sus almas gemelas. Como si el destino los hubiera juntado, así se sentía.
Pero todo lo bueno termina. Y Giselle tenía que encontrarse con su amiga para irse.
Jack la acompañó hasta su destino. En donde estaba Karla observándolos desde lejos.Se despidieron igual, con un beso en la mejilla, un "nos vemos mañana" y una sonrisa. Sonrisa que se quedó marcada en la mente de ella por el resto del día.
-¿Cómo te fue?- preguntó Karla cuando vio la enorme sonrisa en el rostro de su amiga.
-Él es genial. El tiempo se pasa volando cuando estoy con él. Karla, creo que me enamoré- si fuera una caricatura, Giselle tendría corazones en los ojos y otros pequeños flotando a su alrededor.
-No me digas- comentó la rubia sarcásticamente.- que bien por ti, nunca te había visto enamorada.Giselle sabía que podía estar creándose falsas ilusiones con Jack, pero en ese momento no importó. Porque nada importa cuando es sólo esa persona la que llena tu mente.
En palabras de la misma Giselle, "el sentimiento de sentirse enamorado es como sentirse en las nubes. Todo es color rosa cuando es él quien ocupa tus 5 sentidos. Y tal y como si estuvieras en las nubes, de pronto caes. Caes desde lo más alto. Dándote cuenta de que todo era demasiado bello para ser real"Y ella sabía que él podía lastimarla. Pero entonces recordaba lo que Ethan le había dicho a Karla: él siempre quiso conocerla. Y todo se le olvida, porque si lo dijo debe ser por algo. Y su cabeza da vueltas y su sonrisa aumenta al pensarlo. Porque ella de verdad, de verdad ama a ese chico de ojos cafés.
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Destructive love
RandomUna chica con el corazón roto, lastimada, llena de problema e inseguridades. Un chico muy seguro de sí, carismático, divertido, con muchos amigos, todo lo contrario a ella. Se conocieron. Ella se enamoró. Él tenía la formula para curar su corazón...