Capítulo Quince

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En todo el tiempo que llevaba trabajando, nunca había estado tan distraída. No cometí errores en los pedidos, ni desatendí a los clientes; pero en cada momento que tenía libre, me dejaba llevar. Recordaba la mirada de mamá esta mañana, justo antes de darse la vuelta y dejarme sola y también pensaba en Jayden.

Antes, no se me había pasado por alto el hecho que a pesar de haber notado que lo estaba viendo fijamente, él no se había burlado de mí por eso. Ni siquiera hizo mención de todo el asunto y aunque me había sentido agradecida de que no me ridiculizara, también me hizo preguntarme que habrá pensado de mí.

Era extraño preocuparse por qué opinaba otra persona de mí, cuando nunca me había importado. Siempre había sido consciente de los demás hablando a mis espaldas de lo rara que era por no haber salido con nadie y esto solo empeoró cuando terminé la corta relación con Paul, pero nunca me afectó. Trataba de mantener presente que a pesar de todo lo que ellos dijeran, nada era cierto.

Así que ahora se sentía como si mi planeta se hubiera salido de su órbita y eso había afectado mi perspectiva de las cosas. Lo peor de todo era que ni siquiera sabía porque me había enfocado en sus labios. ¿Acaso quería que me besara?

La idea me provocó dolor de estómago. No entendía como se podía hablar de mariposas, cuando lo que yo sentía no era nada más que molestos retorcijones; pero eso era quizás porque el pensamiento de besarlo, me aterraba.

¿Qué pasaba si no sentía nada de nuevo? O, si lo único que estaba destinada a sentir era miedo.

******

— ¿Problemas en el paraíso? — Caleb preguntó, lanzándome una mirada de soslayo.

Estábamos guardando los postres que habían sobrado del día en pequeñas cajas decoradas con los colores y el logo del café. Todas las tardes, después de cerrar, este era el trabajo que hacíamos con los gemelos. No quedaba mucha comida para guardar, pero lo poco que quedaba, ellos se aseguraban de recogerlo con sumo cuidado para que nada se arruinara. Todavía no sabía que hacían con todo eso, porque dudaba que quisieran comer cosas dulces todos los días.

— ¿A qué te refieres? —pregunté de vuelta.

— Bueno, hoy volviste a ser tú misma, así que pensé que estabas teniendo problemas con ese chico tuyo.

Fruncí el ceño, sin entender del todo, lo que estaba tratando de decir.

— ¿Yo misma?

Él dejó escapar una risa corta y divertida, que aunque no se parecía a la de Jayden, siempre me hizo pensar en él. Pero no, no me malentiendan, no pensaba en él porque me gustara, sino porque no comprendía porque los chicos se empeñaban tanto en burlarse de mí. ¿Acaso era un payaso?

— El primer día que viniste, no lucías como alguien que habla mucho. Has cambiado, sin embargo. Ahora veo que sonríes más a los clientes y se te ve más a gusto con ellos, aunque siempre prefieres a los adultos que a los chicos de tu edad — observó, con una sonrisa cálida que calentó mis mejillas sin querer.

Caleb no solo era agradable en esa forma pervertida suya, sino que era también bastante guapo. Guapo, incluso aunque no lo consideraba como Mi Ideal de Hombre Atractivo. Su cabello rubio era bajo de los lados y un poco más largo de arriba —literalmente solo era un poco—, por lo que a veces parecía como si no tuviera pelo, pues bajo la luz incorrecta se veía casi blanco. De ojos café claro, con un brillo singular en su mirada y una boca de labios carnosos, capaz de soltar los piropos más halagadores como las palabras más sucias que alguna vez había escuchado.

Sus mejillas siempre mantenían un tono rosa, que se convertía en rojo cuando estaba frustrado, acalorado o molesto.

Chase también era igual, con la única diferencia que él mantenía su cabello más largo y este era de un tono a su vez más oscuro. Casi de un rubio dorado.

Cybernetic Cupid© (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora