The Young Mermeid

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Miércoles, 8:30 pm. Habitación de Theo.

- ¿Estás listo para tu cuento, Theo? - le pregunté al peque apenas entré a su cuarto.

Theo estaba en su cama, tapado hasta la barbilla, con el libro de cuentos en su mesita de noche al costado de su cama. Su cuarto era de tamaño regular, no muy grande ni tampoco muy pequeño, tenía posters de Cars, Toy Story y otras películas infantiles más. Sus paredes son de un color celeste cielo y contrastan a la perfección con el azul marino de las sábanas de su cama. En el suelo habían varios juguetes y ropa usada, así que tienes que ser cuidadoso o sino terminabas pisando un Lego o resbalándote con alguna camiseta. 

- Si, tío - respondió con una voz adorable.

- ¿Te parece si hacemos una última revisión? 

- Está bien..

- Galletas y leche. +Listo. -Libro de cuentos. +Listo. -La foto de la boda de tus tíos para inspiración. +Listo.

Me llena de orgullo este niño, siempre tan obediente.

Suspiré y le dije: Okay, entonces con todo ya listo, falta solo una última cosa, tienes que prometerme que al final de cada cuento, aunque tus ojitos se cierren del sueño debes de decirme tres cosas que hayas aprendido del cuento. Me lo prometes? - Extendí mi mano y le di mi dedo pequeño para poder sellar la promesa.

- Te lo prometo tío - Y selló su promesa.

*Voz de narrador de Disney*

En el fondo del océano había un precioso palacio en el cual vivía la Reina del Mar junto a sus dos bellísimos hijos, Gemma y Harry. El más joven, el sirenito Harry, además de ser el más hermoso, poseía una voz maravillosa. Cuando cantaba, todos los habitantes del fondo del mar acudían para escucharlo. Pero eso no le bastaba al sirenito, él soñaba con salir a la superficie para ver el cielo y conocer el mundo de los hombres, como lo relataba su hermana, pero su madre le decía que solo cuando cumpliera los 18 años tendría su permiso para hacerlo. Así que cuando los cumplió, hizo la fiesta del siglo, que superaba a Proyecto X, y le recordó a su madre la promesa que le había hecho.

Sirenito por fin podía salir a respirar el aire y ver el cielo, así que después de oír las palabras de su madre: 'Recuerda que el mundo de arriba bla bla bla no es el nuestro, sólo bla bla bla podemos admirarlo. Somos hijos del mar bla bla bla. Sé prudente y no bla bla bla te acerques a los hombres'. Cuando el emergió del agua, se quedó de boca abierta. Todo era nuevo para él. Y todo era hermoso, ¡fascinante! Sirenito Harry era feliz. 

Pasadas unas horas, pudo observar, con asombro, que un barco se acercaba y paraba. Se puso a escuchar voces. Y pensó en lo cuanto le gustaría hablar con ellos. Pero miró a su larga cola y comprendió que eso era imposible, así que solo continuó mirando al barco desde una distancia regular. A bordo de este había una fiesta de cumpleaños. El capitán del barco cumplía veinte años de edad.

Sirenito se quedó atónito al ver el joven. No parecía tan alto desde esa distancia pero era bronceado, de porte real, y cuando sonreía se le hacían arrugitas en los ojos. Harry sintió una extraña sensación de alegría y sufrimiento a la vez. Algo que jamás había sentido en su corazón.

La fiesta siguió hasta que repentinamente un viento fuerte agitó las olas, sacudiendo y posteriormente volcando el barco. Harry vio como el joven y apuesto capitán caía al mar. Nadó lo más rápido que pudo para socorrerlo, hasta que le tuvo en sus brazos. El joven estaba inconsciente, Harry nadó rápido para llevarlo hasta tierra. Depositó el cuerpo del joven sobre la arena de la playa y le dio respiración boca a boca para poder despertarlo. Pero un murmullo de voces que se aproximaban lo obligaron a refugiarse en el mar. Desde allí, vio como el joven recobraba el conocimiento y agradecía, equivocadamente, a una joven dama rubia por haberle salvado la vida.

Los cuentos del tío NeilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora