30 DE OCTUBRE DE 1650

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«Daría lo que fuera si sólo el retrato envejece, mientras yo permanezco joven

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«Daría lo que fuera si sólo el retrato envejece, mientras yo permanezco joven. Y sí, también mi alma». 

«El retrato de Dorian Gray» de Oscar Wilde

Darkville, 1650

Dicen que las noches sin luna son las mejores para practicar el arte de la Nigromancia. Especialmente, la del 31 de octubre de 1650 era perfecta para sumergirse en los siniestros secretos de la magia negra, que no era más que una rama de las muchas que poseía la Hechicería. Era una noche cerrada, oscura y fría de finales de octubre; una noche sin estrellas ni luna.

Noche de brujería, de terror, de misterios que se desvelaban al mundo y de secretos que todavía se negaban a ser descubiertos. Noche de malévolos anhelos, de fantasías ocultas y sobre todo, de magia.

Noche de Brujas, de Hombres Lobo, de Vampiros y de criaturas del Más Allá, que vagaban errantes entre nuestro mundo y el Otro Lado.

En teoría, una noche perfecta para Eternia.

En teoría, una noche perfecta para Eternia

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Darkville

30 de octubre de 1650

Eternia era una mujer que vivía en las afueras de Darkville, un pequeño poblado de no más de 350 habitantes. Concretamente, vivía en el corazón del bosque que rodeaba la aldea y que hacía frontera con el pueblo vecino. La mujer residía en una diminuta cabaña, mucho más pequeña por fuera de lo que era por dentro.

Aislada de la sociedad y del mundo entero, Eternia tenía fama de mujer poco sociable, excéntrica, peculiar y misteriosa. Pero sobre todo, tenía fama de bruja.

Y es que, desde su llegada al pueblo varios años atrás, un conjunto de sucesos increíbles y desagradables habían sucedido: épocas de terribles inundaciones seguidas de largas épocas de interminables sequías, pérdida de cultivo y ganado, catastróficas enfermedades y para colmo, las desapariciones.

Sí, las desapariciones de niños y niñas era un fenómeno que azotó fuertemente al pueblo. Ya nadie dejaba salir solos a sus hijos e hijas sin la compañía de un adulto, no podían alejarse demasiado de sus casas y siempre alguien debía estar supervisándolos. Antes de que se pusiera el sol, todos los pequeños debían estar guardados en sus respectivos hogares.

Truco o Trato: ¿Te atreves a jugar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora