31 DE OCTUBRE DE 1650

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«Saber que vamos a morir lo cambia todo

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«Saber que vamos a morir lo cambia todo. Sientes las cosas de un modo diferente y las hueles muy distintas. Sin embargo, la gente no aprecia el valor de sus vidas. Siguen bebiendo un vaso de agua, pero no la saborean». 

«El juego del miedo», Saw.


Darkville

31 de octubre de 1650

Tarde o temprano, Eternia sabía que vendrían a por ella. Solo era cuestión de tiempo. Mucha gente sospechaba que era algo más que una mujer extraña, alejada y apartada de la sociedad y de todo ente humano; recluida en una vieja cabaña en mitad de un bosque que nadie se atrevía a cruzar tras la caída del crepúsculo. La palabra «bruja» flotaba en el ambiente, pues estaba en las bocas y expresiones aterradas de los pueblerinos. Pero, pese a intuirlo, nadie podía acusarla de brujería sin tener una prueba convincente que lo testificara.

Hasta ese día.

Aquel muchacho escurridizo había presenciado toda la escena del Sacrificio, había sido testigo del todopoderoso hechizo que le había devuelto parte de la juventud y la belleza, y además, había descubierto que ella estaba tras las desapariciones. Y luego había huido, había volado como el viento, corrido como alma que se lleva el Diablo sin que ella pudiese impedirlo ni hacer nada por evitarlo. Solo era cuestión de tiempo que la descubrieran, y ya lo habían hecho.

Era una fría y oscura noche de 31 de octubre vacía de luna y estrellas, ideal para continuar practicando el complejo arte de la Nigromancia.

A pesar de haber conseguido ser relativamente joven y bella, Eternia seguía sin ser inmortal. El hechizo siempre funcionaba igual: primero parecía que había resultado a la perfección pero luego fallaba y remitía, e incluso se volvía en su contra. En aquella gloriosa noche anterior, la del 30 de octubre, había conseguido pasar de ser una horrible anciana decrépita a una bella jovencita de no más de veinticinco años. Y ahora, una noche después del hechizo y del gran cambio, se había convertido en una cuarentona con un conjunto de canas incipientes. Eternia, pues, lo sabía muy bien: el hechizo poseía un efecto rápido... pero esos efectos eran pasajeros y velozmente se mitigaban. Las consecuencias siempre eran las mismas: rápido envejecimiento, modificación y cambios en el cuerpo, y alteración de la belleza. Pero sobre todo, debilitación física y mental. Y era por eso por lo que no había podido impedir la huída del niño; ni siquiera había podido marcharse de Darkville.

Y ahora, los habitantes de dicha aldea la buscaban para acabar con ella de una vez por todas. Sus vecinos estaban sedientos de sangre, de su sangre, pues clamaban venganza contra ella por los terribles asesinatos que había cometido con sus niños. Su ejecución era necesaria, era la solución de aquel tétrico asunto que se había extendido por todo Darkville y sus alrededores desde hacía meses.

Su muerte era inminente.

—¡Ya están llegando, mi señora! —la alertó Knor, su fiel siervo—. Están avanzando por el sendero del bosque. Desde aquí se pueden ver las luces de sus antorchas. ¡Esos fuegos refulgen intensamente, al igual que el odio y la ira que sus patéticos corazones deben sentir por la pérdida de sus hijos! ¡Y no dudarán en hacer caer todo el peso de su venganza contra vos!

Truco o Trato: ¿Te atreves a jugar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora