Mi paisaje interior... El mundo... Y ella.

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Estoy destinada a ser como el viento.


No soy ni pingüino ni langosta,

porque esa eternidad soñada se

desvaneció hace muchas lunas,

hace muchas caminatas amarradas

la una de la otra,

cuando me permitía ser ingenua y feliz.


Estoy destinada a ser buscadora:

buscadora de rostros, de siluetas,

de cabellos negros...

Buscadora de todo lo que no tengo;

de quien dejé ir o eché de mi lado.


Estoy destinada a provocar sonrisas;

a esa desconocida, a él, a ellos, a esos,

a ustedes, a todos.

A ser egoísta y descarada solamente

con ésta, que me habita cuando ya

no hay nadie.


Estoy destinada a escribir,

a crear a partir de un pensamiento solo,

o como es probable, un recuerdo

que no se va.


Estoy destinada a construir mundos

donde no puedo vivir, a concebir

poemas felices que no puedo protagonizar,

amores que ya no puedo amar.


Estoy destinada a ser grandiosa

para mí sola.


Nací para ser como las olas o las nubes,

la que quieran que sea.

Pero hubo una vez en que fui centenaria

y perfecta,

porque me vi a través de sus ojos,

y ese fue el momento en el cual,

aunque fuese por un segundo,

coincidimos en amarnos.




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