Me quedo añorando la bandada de gaviotas
que vi este medio día...
Me quedo reviviendo esos arboles
como nacidos de un frijol,
que ambas abrazamos con la mirada aquella tarde,
y aunque lo pensamos,
ninguna se atrevió a emular:
¿Nos acogería su cumbre?
Me quedo extrañando tu silueta viva,
ahora vagando ante mis ojos, si,
probablemente invisible.
Me quedo embotellada, como esperando
que tú, viajera errante , al querer enjuagar
la arena de tus pies, me liberes de esta prisión de oro transparente...
Pero sólo llegan fronteras nuevas;
blancas arenas,
arenas negras en millares,
que me despiden cada vez,
y ya no llegas.
Me quedo estancada con las manecillas
que se rehúsan a perseguir las horas,
en el saludo casual cuando sólo conocías mi nombre,
y estoy anhelando la sonrisa que ahora todos
pueden ver... menos alguien.
Estoy encerrada con todas estas;
imitando veranos con soles de cartón,
e inviernos de agua salada...
Me quedo y ya no vuelvo.