Es fácil perderse en tu abundancia;
en la delirante canela que te envuelve,
en el pedazo de pan fresco que ronda
por tu quijada indómita,
en las hilachas de salvaje berenjena
que caen a tus hombros,
en tu terreno fértil.
Porque ni una vez pudieron los ojos
dejar de consumirse en tu profundidad
de bronce,
o en el aleteo de tus párpados de hierro;
que arrastran... que magnetizan.
Me complace tu arquitectura inmóvil,
la corteza crujiente detrás del vidrio,
la cual llena mi paladar de azúcar y miel...
de sequía.
Es fácil perderme en tu abundancia;
en el agraciado perfil griego que te adorna,
en la línea de pera madura que rodea
a tu tronco irreverente,
en los hoyuelos de café silvestre al final
de tu espalda,
en tu porte fecundo.
Porque ni una vez pudieron mis palmas
desconocer el encaje perfecto
de tu artesanía,
o el andar de tus caderas de plata;
que me dejan inerme y me ennoblecen...
Me complaces en todo el esplendor;
porque cada capa que revelas,
hace que me pierda entera,
en tu abundancia.