Aquel día escuché música; una canción hecha de oro y viento libre.
Me reí de lo absurdo del papel de bolsillo, manchado con números,
¿Quién asignó valor a la satisfacción, la dignidad, la felicidad?
Viré mis ojos porque unos cuerpos claustrofóbicos demandaban respirar por cada poro;
agotados ya, por "tener" que cargar con el prejuicio, el "estatus", o la marca.
Humanidad hastiada de la burla;
De combatir la inevitabilidad,
frustrada al no poder deshacerse del "pecado original",
y mentes sumergidas en las cifras y materia.
Pobres de espíritu... pobres de amor.
Aquel día baile con la noche inmensa;
en su denso azul me sostuvo y fui infinita madre, hijo,
padre, hermana, vecina, desconocido, sabueso, planta, energía, agua,
cactus, desierto, montaña, indígena...
Fui una y también todos.
Aquel día olfateé tierra mojada...
¡Geosmina reveladora de creación!
Hoy voy a ser...