≤Dylan IV≥

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No lo soportó. Lo vi arrugar la hoja y lanzarla al tacho de basura, el cual también desechó.

Todos los días, una carta color celeste se presenciaba en su correo, esperando ser leída. Pero se había vuelto un ritual, parte de su rutina, destruirla o hacerla desaparecer.

"Tom, necesito verte..."

"Thomas,

me arrodillo y te lo ruego, por favor..."

"Al menos déjame oír tu voz..."

"¡Tom, perdóname!"

Y a cada palabra escrita por ese humano, un río recorría sus mejillas...


Ojos heridos, alma venenosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora