Capítulo Uno: Aspectos Pasados

10 0 0
                                    

Cuando abro mis ojos, me abruma aquel sentimiento que tenía antes de caer en sueño. Siento debilidad en cada arteria, músculo y tendón de mi cansado cuerpo. Mis manos toman el volante sin yo ser consciente. Me acomodo en la silla buscando un punto fijo para que mi cerebro se concentre. Con dificultad, presiono a mí ser para recordar lo que sucedió la noche pasada, pero lo que logro recordar solo genera más preguntas que parecen llenar toda una pared de escombros. Esa noche no solo me ha dejado marcado, sino también destruido. Recordé cosas, momentos y personas que ya había enterrado en lo profundo de mi corazón esperando desenterrarlas en ocasiones de luz, no de oscuridad. Esa clase de oscuridad me ha dejado atónito. Nunca (a pesar de todo lo malo que he hecho) me había sentido así de impotente. Intento aferrarme a cualquier cosa para no sentir que caigo por un infinito vacío una vez más. ¿Ese vacío lo había creado yo mismo o era producido por aquellas tinieblas de carretera? Era una de las muchas tantas preguntan que se formulaban poco a poco mientras examinaba cada detalle, cada mirada, cada olor, caricia, sentimiento de perdición, cada grano de arena, cada parte mínima y extrema de lo que esa noche había sido. Creo respuestas para cada pregunta, pero no puedo evitar sentir que esas respuestas hacen de mí un ser oxigenado por locura. Tomando toda la contraria a mis intuiciones, opto por olvidar y seguir adelante, temiendo vivir atrapado en esos recuerdos toda mi existencia. Y entonces como una inyección de heroína al corazón, llega a mi mente de una manera inevitable una imagen inconclusa y olvidada en mí mismo, haciendo imposible en cualquier sentido que pueda olvidar algo de lo que pasó la noche pasada, porqué por un instante la vivo de nuevo a plena luz de día. Hasta aquel momento había creído erróneamente que había recuerdos que ya no saldrían a flote, pues ya estaban ahogados. Aquella imagen, la veía no a mi perspectiva, sino a la de un niño pequeño, con miedo al ver partir a sus padres por primera vez en su vida. Aquel niño a pesar de saber que sus padres volverían, tenía un presentimiento que iba más allá que cualquier palabra de reconforte. Los padres del niño se despiden sonrientes, ajenos a cualquier peligro, ignorantes a las crueles maratones del destino, en la cual, o corres, o pierdes. Sus padres perdieron.

La imagen desaparece, dejándome sorprendentemente aún más ausente de todo lo que me rodea. Es aquel vacío, es aquella soledad, aquel misterio de lo que mi vida se ha convertido en un simple viaje al desierto. Ahora mismo parece como si un simple viaje me ha arrebatado todo mi balance. Lo que será de mi vida a partir de ahora es mi propio nudo que amarra todas las cosas que me hacen persona, si es que queda algo que me pueda hacer persona.

Me incorporo cuando distingo por primera vez desde que desperté la luz del alba interrumpiendo de un momento a otro mi vista. Cuando dejo de pensar y atormentarme por la noche pasada, es cuando cuestiono el lugar al que he llegado. Miro a mis alrededores y me doy cuenta que me encuentro en el medio de las montañas de arena, sin ninguna pista de donde puede estar la carretera. La carretera es el único lugar por el cuál podía volver y retomar mi vida, por insignificante que parezca en este momento. Pero ahora estoy aquí, sin idea de cómo volver.

La arena se levanta y se arrastra hasta mi ventana. Me pego a la ventana y observo como cae grano por grano y se desliza hasta caer de nuevo a la arena y luego volver a la rutina de su movimiento. Mi auto está caliente y es la manera en la que siento mi cuerpo. Reposo mi cabeza en el asiento haciendo un esfuerzo para descansar y hacer desaparecer la tensión que se ha acumulado en mi cuello. Cierro mis ojos auto deseándome paciencia y fuerza para afrontar el camino que me queda. Dándome palabras de aliento, mintiéndome, y repitiéndome que todo va a estar bien, aunque es algo de lo cual nunca podre estar seguro, menos en este momento de confusión. A pesar de que la vida no ha sido fácil conmigo, creo que nunca me había sometido a un reto como este, a pesar de ser un reto involuntario, supongo. Es un laberinto. Busco la salida, pero regreso al mismo punto de partida sin ninguna pista de cómo salir.

Hotel CaliforniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora