capítulo 2

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Aquí estoy de vuelta, querido diario:

Es de madrugada, pero estoy tan excitada que no puedo dormir. Me acordé, de golpe (me pasa siempre: de la nada se me ocurren las ideas mas increíbles), de un libro que me dieron a leer en la escuela, el año pasado. El diario de Ana Frank. Lo busqué en mi biblioteca, porque quería acordarme de como era que se escribía un diario (como ves, estoy decidida hacerlo... y bien, de ser posible). Lleva las fechas según el día en lo escribió la mismísima Ana Frank, siendo adolescente. ¡No me vengan con cuentos! Esa chica no podía tener 13 años. ¡Como iba a saber tantas palabras!... mmm... Para mí que quien encontró su diario, en el escondite donde se ocultaron los Frank de los nazis por dos años, le corrigió los errores de ortografía y el vocabulario. Como nos corrige mi profe de literatura, en el taller de escritura de la escuela, para publicar al final del curso esa revistita de morondanga que casi no se puede leer impresa con fotocopias tan aguadas. Yo hace tres años que voy a taller, escribo que te escribo, y jamás logré seis líneas como estas:

En mi cama bien abrigada, me siento menos que nada cuando pienso en las amigas que más quería, arrancadas de sus hogares y caídas a este infierno. Me da miedo el cavilar que aquellos que estaban tan próximos a mí se hallen ahora en manos de los verdugos. Más crueles del mundo. Por la única razón de que son judíos.

Tenía 16 años cuando la mataron en un campo de concentración alemán. Casi como yo. ¡Dios!... En el cole nos hicieron ver un documental de todo aquello... ¡Qué asco! ¡Qué animales! (con perdón de los animales)... ¡Como es la vida! A veces cruel y otras, atrevida (¡epa! me salió con rima, si mi profe la viera, me liquida. Pero como no pienso mostrar este diario a nadie, no tacharé ni una letra... por ahora). Yo voy a escribir mi diario y cuando se me dé la gana, como carta o no, con flechas o no, como me salga y chau. (Y lo esconderé bien, porque si algo me sucediera, quienes lo encuentren en el futuro sabrán de mi vida, que no pasará sin penas ni gloria gracias a estas páginas... chan... channn.) Tuya CECI

PD: Mi viejo dice que tengo tela de artista, por eso escribo. Mamá, que me hago la artista dándomelas de literata. Yo solamente me conformaría, como dice la profe, con que la literatura me escriba a mí.



El jamon del sangucheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora