"I'm finally happy now you're gone" oía Pearl cantar a Lana Del Rey a través de sus auriculares. Esta simple frase hizo que comenzara a pensar en Molly. ¿Qué estaría haciendo ella ahora? Pearl se cuestionaba esto mientras iba por la húmeda calle de Seattle y la gente en la vereda era cada vez más escasa. Tenía los ojos rojos e irritados y en su mano derecha sostenía un cigarrillo. Llevaba las maletas colgadas en la espalda y ya comenzaban a pesarle, pero ese peso físico no era nada comparado con la carga que llevaba su espíritu.
Se sentó en un banco bajo la tétrica luz de un farol y buscó en sus bolsillos alguna moneda para el autobús. Entre todas las monedas llegaba a juntar un dolar con cincuenta. Esperaba que aquello fuera suficiente. Hacía años que no subía a un autobús, Molly y ella caminaban juntas a todas partes, no importaba si hacía calor, frío, si llovía o nevaba. Juntas el tiempo pasaba más rápido y no sentían más que el cariño que se tenían.
Pearl le dió una pitada a su cigarrillo. Era la primera vez que fumaba y no estaba muy segura de que lo estuviera haciendo bien. Recordó que odiaba ver a Molly fumar y pensaba que ella nunca lo haría. Pero también pensaba que estarían juntas para siempre.
El autobús paró frente a ella y se subió. Había tres personas dentro de el y había basura en el suelo. Pearl se dirigía al otro lado de la ciudad, a la casa de un ex-novio que no veía hacía cinco años. Esperaba que la recibiera en su casa, aunque había sido ella quien lo había dejado. Pearl estaba dudando de que el Karma fuera una mentira. Parecía que, en el día de hoy, el universo estuviera vengando de todas las maldades que había hecho durante su vida.
Un rato mas tarde (Pearl no sabía cuanto tiempo había pasado porque su celular había muerto a mitad del camino y Molly había aplastado su reloj durante la discusión), el autobús paró en una calle todavía más oscura y desolada que aquella en la que Pearl se encontraba antes. Había solo un farol en toda la cuadra y también habían algunas extrañas personas camufladas entre las sombras. Pearl se apresuró en llegar a la escalinata del edificio donde esperaba que su ex se encontrara. Tocó el timbre de su departamento rezando porque le atendiera el y después de un minuto de plegarias, oyó una voz apagada y gruesa:
-¿Qué quieren?-Gruñó la voz del otro lado.
-¿Mark? Soy Pearl. Por favor, déjame pasar.- Mark volvió a gruñir, pero finalmente se escuchó un pitido y las puertas se abrieron.
El ascensor del edificio se encontraba averiado así que Peael debió subir los siete pisos que la separaban del apartamento de Mark.
Una vez allí, tocó la puerta y la atedió un hombre con los ojos igual de rojos que ella, ojeras, cabello largo y enmarañado. Parecía que hacía seis días que no se afeitaba la barba. Llevaba una remera de Black Sabbat y en sus ojos expresaba desconcertación.
Era la primera persona familiar que no era Molly que Pearl veía hacía meses, incluso años. Sintió la desesperada necesidad de abrazarlo, como un náufrago que después de años vuelve a encontrarse con la humanidad, y eso hizo. Él no le devolvió el abrazo, pero no le importó porque lo único que Pearl necesitaba era un hombro para llorar. Mark olía a cuero, whisky y cigarro.
-No llores - Intentó consolarla Mark, que seguía asombrado -. Tranquila.
Finalmente, Pearl lo soltó y no le dijo más que:
-Necesito que me dejes quedarme contigo unos días.
Mark la miró a los ojos. Él tenía ojos azules con una mezcla de verde. Eran únicos, e intimidantes. Pearl bajó la mirada. Entonces vio que el sostenía una jeringa en su mano izquierda. No recordaba que Mark fuera diabético, entonces...
-Mira, Pearl - Mark interrumpió sus pensamientos con su voz cansina -. Tu y yo tenemos una historia, no creo que pueda soportar tu presencia diaria sin sentirme como si una bandada de carroñeros estuviera arrancándome los ojos. Aún no te he superado, ¿si? Teniéndote aquí pueden resurgir sentmientos que fueron mal escondidos. Lo siento.- Dicho esto, Mark cerró la puerta. Definitivamente, Pearl no tenía ningún sitio a donde ir.
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Corazón de vidrio.
Romans"Molly es la mujer que hace que mis sentidos despierten. Los labios de Molly son improbables, e inolvidables ¿Cómo olvidaré el perfume natural de aquella mujer? ¿Cómo olvidare lo que significaba estar al lado de ella? Oh, Molly, ¿Cómo he de olvidart...