2. Pearl

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Pearl se quedó observando la puerta cerrada unos segundos. No sabía a donde ir, no quería quedarse sola. Aunque se sentía sola. Suavemente. Apoyó la mano sobre el duro roble. Dudó un momento en si tocar o no, y finalmente lo hizo. Ahora la atendió un Mark con un cigarrillo apagado entre sus delgados dedos y las pupilas mucho más dilatadas que antes. Pearl le extendió su flamante encendedor (el que había comprado junto con los cigarrillos). Pearl lo miraba fijo mientras el prendía su cigarrillo. Se veía demacrado. Cuando lo había conocido, años atrás, se había enamorado instantáneamente de la chispa que tenían sus ojos. Era encantador, hasta que su hermano se suicidó y comenzó con los vicios. Todas las noches volvía borracho y llorando. Tenía un pequeño cuarto donde guardaba su guitarra y sus pertenencias. Un día, en un ataque de locura, Mark había tirado su preciada Strattocaster por la ventana. Pearl lo abandonó cuando, en una pelea, Mark le propinó un golpe que le hizo sangrar la nariz. Desde aquella noche Pearl no lo había visto más. Hasta ahora.
Cuando el muchacho le entregó el encendedor, Pearl vio en su muñeca finos cortes horizontales. Buscó sus ojos, pero el tenía la mirada perdida. Sin decir nada, Mark le hizo pasar. La sentó en el desvencijado sillón y el se sentó a su lado. Pearl miró el entorno. Había pedazos de vidrio y charcos de líquido sospechoso en el suelo. La pintura en las paredes estaba descascarada y la luz era pobre y tétrica. El ambiente era deplorable, y deprimente.
-Intenté dejar el alcohol cuando me dejaste - dijo Mark con voz ronca -. En cambio, me volví adicto a la heroína. Por un tiempo dejó de agradarme el sexo. Tenía sexo con muchas mujeres pero con ninguna era como contigo. Tuve sexo con hombres también. Hice muchas cosas que no recuerdo, pero seguramente me arrepentiré de todas ellas. Nunca te olvidé, Pearl. Cuando mamá murió, pensé en llamarte - Mark hizo una pausa -... Pero no quería molestarte. No quería que tuvieras que soportarme. Ni siquiera por un minuto. Perdí a todos mis amigos - Inspiró profundo -. Incluso a Peter. El fue mi amigo desde que éramos niños, ¿sabes? Aquellos tiempos en los que ni siquiera podía deletrear la palabra preocupaciones - Mark se tambaleó un poco, pero siguió -. P, r, e, p, u... No - miró al suelo, avergonzado -. Bien, ahora tampoco puedo. Pero ese no es el punto. Peter simplemente dejó de hablarme. Se debe haber hartado de mis borracheras y mis llantos de niña. O tal vez hice algo que no recuerdo - Mark sacudiónla cabeza y pareció recordar que Pearl estaba frente a el -. Nunca te olvidé, Pearl - repitió -. Te amo, lo siento por todo. Te amo, oh, Dios, no sabes cuanto he esperado para decirte lo mucho que te...
Pearl lo interrumpió con un beso para nada premeditado. El la tomó de las muñecas y siguió el beso. El sabía a humo y alcohol. Ella a cigarrillo y penas. Ambos necesitaban amor. Pearl unió sus manos detrás del cuello de el, que la agarró por la cintura. Ella abrió un poco sus finos labios, que estaban algo partidos por el frio. El le mordió suavemente el labio inferior. Pearl se separó de Mark unos centímetros y lo observó. El cerró su boca y la miró a los ojos con aquella expresión triste, como alguien que no ha tenido calidez en su alma por demasiado tiempo y la exige silenciosamente a través de la mirada. La joven sintió que tenía que cuidarlo, que el ser que tenía frente suyo era un ave con el ala rota y ella debía protegerle y enseñarle a confiar en el mundo nuevamente. Besó con delicadeza sus labios aún cerrados y fue dejando un camino de besos por su mandíbula hasta llegar a su lóbulo derecho, el cual cubrió con sus labios, sin morder. Bajó a su cuello y olió su colonia. Apoyó sus labios sobre su reseca piel y volvió a la boca. Se sentó sobre el, que la apretó más fuerte y le besó tenuemente la nariz, las mejillas, los párpados, los pómulos, la frente, y por último, más prolongadamente, la boca.

- Te amo - suspiró Mark en los labios de Pearl. Ella apoyó sus manos en las mejillas de el y lo besó mas apasionadamente, pero sin perder la delicadeza. El le desabrochó la camisa botón por botón, y ella sonrió cuando sus manos temblorosas no supieron quitarle el sostén. Cuando por fin sus pieles se tocaron, Pearl se dirigió mentalmente hacia el momento en el que ella y Molly se besaron por primera vez. Estaban tomando champagne y comiendo bombones, pero no celebraban nada especial. Solo lo hacían para disfrutar. De un momento a otro, solo quedó un bombón en la caja, y Molly propuso dividirlo a la mitad con un cuchillo. Mas Pearl se lo puso entre los dientes traviesamente, a punto de comérselo. Pero Molly no dejaría que le arrebatase su dulce así como así. Sorprendió a Pearl y, uniendo en un suave roce los labios de ambas, le quitó la mitad. Pearl la miró asombrada durante diez segundos mientras ella comía, con el famoso bombón aún entre los dientes. Entonces se decidió. Escupió el chocolate y, tomando a Molly por las mejillas, la besó. Solo para probar. Ella le correspondió el beso y el calor aumentó. Esa noche se enamoraron.

Ahora, Mark metía sus manos bajo la cintura de sus jeans, sacándola de sus pensamientos. Ella comenzó a mover la cadera de adelante hacia atrás, sin dejar de besarlo. Se desabrocharon los pantalones y se dirigieron a la habitación. Allí, se despojaron de sus prendas en poco tiempo. Pearl recordó cuanto les había costado a ella y a Molly quitarse todo. Estaban demasiado nerviosas.

Mark la tumbó muy despacio en la cama y antes de hacer lo que debía, la abrazó por unos segundos. Más que fisicamente, ellos dos se necesitaban espiritualmente. Nunca dejaron de mirarse. Sus alientos entrecortados y cálidos se mezclaban. En la oscuridad solo se oían sus voces y los resortes chirriantes de la cama. Finalizaron, y mientras Mark apoyaba su cansada y sudorosa frente sobre la de Pearl, los pensamientos de ella estaban en Molly. No podía dejar de pensar en Molly ni un segundo, ni aunque quisiera.

No. No podría volver con Mark. No podría estar con nadie más que su Molly. El chico depositó un beso sobre sus labios y se tumbó a su lado. Ella lo abrazó, pero en sus ojos tenía lágrimas. Mark no era Molly, por mucho que quisiera.

- Te amo- volvió a susurrar el, esta vez en el oído de Pearl-. Te extrañé- Pero ella ya no lo extrañaba. Tenía que seguir otro camino. Pearl y Mark no iban a estar juntos. Se dió cuenta de que había estado con el hoy porque tenían brasas de amor que exigían que las apagaran o las hicieran crecer. Cada uno tenía un destino diferente para ellas. Pearl ya las había apagado.

Mark se dió vuelta, estaba dormido. Pearl se levantó muy despacio y se vistió. Caminó de puntillas entre los vidrios rotos que habían en el living y se fue.


Corazón de vidrio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora