~Capítulo 5~

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Una vez me acostumbré a andar y todo eso, comencé a saltar y a hacer trucos. De vez en cuando miraba a los chicos que se reían y hacían boludeces. De repente, pasando la vista por el lugar vi a alguien que conocía. Era Javier. Dios, ¿por que está él acá? La concha de mi vieja.

*FlashBack*

Era mi cumpleaños número 20. Salimos a festejar con algunas amigas a bailar y nos encontramos con unos chicos que eran amigos de una de mis amigas. Nicolás, Joan, Franco y Agustín.
Nico era el más lindo. El chabón me tiraba onda y yo también a él y durante unas dos semanas estuvimos juntos. Éramos como novios sólo que... sin ese rótulo.
Después simplemente desapareció. Dejó de responder a mis mensajes y cuando mi amiga le preguntaba por mi o algo él simplemente evadía responder. De un día para el otro, él empezó a publicar fotos en instagram con una chica, diciendo que era hermosa y todo eso. Yo no tendría porqué decirle nada ya que no éramos novios pero, éramos algo. Así que le hablé. Por fin me respondió y luego de unos días hablando y discutiendo, llegamos a la conclusión de que todo se cortaba ahí. ¡Se había puesto de novio! Se suponía que eramos algo, nada que ver el pibe.
Ya que... no volvimos a hablar.

*Fin FlashBack*

Mientras recordaba eso me dirigía a donde estaban mis amigos. Rogando que no me haya visto y que no me siga. Pero me equivoqué.

- ¡_______! ¡Hola!- me saludó Nicolas con mucha efusividad. Dios, ¿por que está tan emocionado?

- Ah, hola.- Menos emoción imposible.

- ¿Que tal?- preguntó, aparentemente, con interés.

- Meh, no me quejo. ¿Vos?

- Bien. ¿Estás con tus amigos?- los miró a los chicos

Los chicos lo miraban extrañados y Rubius tenía una cara asesina, poco normal, puesta en Nicolás.

- Eh, si. ¿Vos? ¿Estás sólo?- realmente tenía ganas que la charla se termine.

- No, estoy con unos amigos y amigas. Che, me tengo que ir. ¿Te paso mi número y hablamos?- dijo sacando su celular del bolsillo.

- Ehh... si, dale.-

¡¿Por qué no se decir que no?!

Anoté su número, él el mío y se fue.

- ¿Y ese?- preguntó Rubius con aire molesto.

- Un viejo amigo. ¿Por? ¿Celos?- pregunté cortante. Me había puesto de mal humor.

- Vale, tranquila. ¿Estás bien?- estoy segura que la intención de Willy era buena.

- ¡No! ¡Estoy mal! Me voy. Les dejo la bici pero me la devuelven.- Todos me miraron raro. Me saqué los patines, los metí en la mochila, me puse mis Vans y me fui.- Chau, los quiero.- dije esto último como para no parecer tan cortante, aunque también era verdad. Estaba demasiado molesta.

Llegué a mi casa y empecé a gritar. 

Había desempacado todo y estaba mi bolsa de boxeo colgada. No hago boxeo pero es mi forma de liberar presión. Mi madre me la compró para que no siga rompiendo platos y haciendo hoyos en las paredes. Como verán, tengo un temperamento violento e impulsivo.

Comencé a pegarle con mucha fuerza, luego de cinco minutos golpeándola comenzaron a dolerme las manos y 15 minutos después me sangraban los nudillos pero quería seguir pegándole. De un momento a otro siento a alguien agarrándome.

- ¡Soltame! 

- Vale, vale, tranquila. Relájate, ¿sí? 

- ¡Ruben! ¿Qué haces acá?- no entendía que hacían en mi casa.

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